martes, 7 de septiembre de 2010

REFLEXIONES FINALES



Nunca aceptaré que el universo está gobernado por el azar: Einstein




1.- Reflexiones sobre la vida.
Cada vez que leo los escritos anteriores relacionados con la vida, me hacen meditar profundamente sobre su contenido, lo que me ha llevado a escribir estas reflexiones finales.

Cuando un ingeniero, un arquitecto o cualquier otro artífice idea un proyecto, para su consecución utiliza materiales diversos que, previa preparación, y de acuerdo con su diseño, son ensamblados o modelados, por otros operarios, para realizar el proyecto planificado. Materiales que se encuentran a su alcance gracias a las acciones de la Naturaleza. Incluso el químico que prepara compuestos a partir de reacciones entre elementos distintos, tiene que utilizar aquello que la Naturaleza ha puesto a su disposición. Pero, además, incluso los propios artífices son obra de la Naturaleza. Para adquirir conciencia de que forma más distinta actúa la Naturaleza para desarrollar sus proyectos, relataremos como ella crea un ser humano: Realizado el acto de la singamia
[1], se inician una serie de acontecimientos fisiológicos, ordenados y armonizados entre si de modo magistral y perfectamente controlados, hasta completar el ciclo vital de un organismo (que pudo ser uno de nuestros artífices), y todo a partir de la información contenida en los gametos, información que no sólo contiene los planos del proyecto sino también la información de la mano de obra precisa para su ejecución. Es como si el proyecto se realizara a si mismo, y sin mano de obra apreciable. ¡Es la Vida ¡

A diferencia de los humanos, la Naturaleza, antes de iniciar un proyecto, crea primero lo necesario para realizar su obra y para su mantenimiento. Por ejemplo, en el principio, no disponía de materiales, tuvo que crear los elementos básicos para después utilizarlos en todas sus realizaciones.

Pero, lo curioso, es que estos elementos, que en principio crea, son media docena de partículas básicas, con las que forma toda la materia del Universo: ¡qué simplicidad! Partículas que, por otra parte, deben poseer unas cualidades muy específicas para que sus posteriores reacciones entre ellas puedan dar lugar a la diversidad de compuestos que permitan la realización de ese proyecto.

Pero, además de esas partículas básicas, la Naturaleza instituyó unas leyes que rigen sus reacciones mutuas, leyes que la Naturaleza jamás infringe. Leyes, pienso, que son las justas y precisas para la consecución de los fines por ella previstos, lo que nos hace imaginar que todo en la Naturaleza se hace para alcanzar un fin.

¿Alguien, que no sea la Naturaleza, podría haber realizado la obra que ella ha logrado y en apariencia de la nada?, y, además, de una forma tan simple y altamente eficiente, y lo más sorprendente, sin mano de obra apreciable. Hay quien habla del azar y la necesidad en este comportamiento de la Naturaleza. Me pregunto si las decisiones de los ingenieros, arquitectos, físicos, etc, no tan complejas como las de la Naturaleza, serán meditadas o también producto del azar. El azar interviene en algunos aspectos relacionados con la vida pero en la selección sólo influye sobre aquello que el azar, casualmente, le pueda afectar. No hay duda que el azar puede haber jugado un papel importante en la evolución, pero sólo en el proceso evolutivo, no en el creativo. Lo mejor es verlo en un ejemplo: cuando un químico maneja in vitro una molécula muy compleja, él podrá decirnos, por ejemplo, que un minuto después de empezada una reacción habrán reaccionado la mitad de las moléculas, pero lo que no puede predecir es si una molécula determinada, suponiendo que pueda seguir su curso, estará entre las que han reaccionado, porque esto si es una cuestión de azar.

A continuación cito algunas realizaciones de la Naturaleza y me pregunto: ¿habrán surgido por azar?

1.- La elección de sólo 20 aminoácidos para formar las proteínas de entre los miles de ellos que existen en la Naturaleza.
2.- La creación de la fuerza de gravitación y de la electromagnetica con la diferencia de valores tan considerable que tienen; los apropiados para que pueda estar aquí escribiendo sobre estos temas
3.- El diseño del ingenioso y eficiente proceso químico conocido como el ciclo de Krebs, que completa la complicada acción de oxidación de la glucosa que tiene lugar con la respiración.

Esta relación se podría hacer interminable, pero, si profundizamos más, parece poco probable que la selección de los cuatro nucleótidos del ADN y su ensamble junto con los demás componentes químicos para formar la secuencia precisa del genoma humano, o de cualquier otro ser, haya tenido lugar por azar. O que el ser humano haya podido evolucionar a partir de una bacteria por mutaciones aleatorias, y todo ello sin mencionar el complicado proceso de lectura del ADN para formar cada proteína específica de acuerdo con las necesidades de cada momento. ¿Estaba todo previsto desde el principio?

Como ya he repetido en otras ocasiones, la pregunta que me hago siempre es la misma: ¿qué es la Naturaleza? Laplace dijo que la Naturaleza es la obra de la “Inteligencia absoluta”. Esa Inteligencia, inmaterial y solo conocible por su obra, a la que Laplace aplica la adjetivación de absoluta, o lo que es lo mismo; con existencia independientemente de toda condición, sin proceder de otra cosa y sin limitaciones, en mi opinión, es la adjetivación justa, por no tener comparación con ninguna otra, ya que si citamos alguna conocida como superior, por ejemplo, la inteligencia humana (obra cumbre de la evolución), como sabemos, es limitada y efímera, a pesar de sus muchas creaciones.

Curiosamente, la mayoría de los científicos que tienen relación con temas del universo, al tratar de su origen y referirse a si fue o no creado por Dios, por su preparación científica, al no tener pruebas convincentes en uno ni en otro sentido, por lo regular lo dejan en interrogante. Interrogantes como: ¿Es necesario un Creador? Y si es así, ¿Que efecto tiene el Creador sobre el universo? ¿Y quién lo creó a Él?

Mi humilde opinión sobre esto es que Dios, ese Dios de Laplace, no el dios que crea como el mago que saca un conejo de una chistera, por su condición espiritual, queda fuera del espacio-tiempo donde sólo evolucionan las entidades físicas. Dios ha existido, existe y existirá siempre, y, por esa condición espiritual, lo llena todo sin ocupar espacio alguno
[2]. En el origen, lo que se conoce como el big bang, Dios, nunca sabremos por que, en un acto de libre voluntad, trajo a la existencia material el universo, hizo de lo meramente posible lo realmente existente, como dijo Hawking, y, con él, instituyó las leyes que este universo debe cumplir. Algo nuevo, y, para nosotros, no comprensible, que permitiría, con el tiempo, alcanzar la existencia de estructuras tan complicadas como los seres humanos; seres únicos, ¿creados a su imagen?, con capacidad de investigar las leyes fisicomatemáticas que gobiernan el universo e interrogarse acerca de la existencia del mismo Dios.

¿Podemos pensar, aunque esto nos lleve al principio antrópico, que este último y especialísimo paso de la evolución de los mamíferos tenía que suceder para que el universo se iluminase con la luz de la conciencia, mientras que si esto no hubiese sucedido el universo habría sido una presentación sin espectadores, habría existido para nadie contemplativo y, por lo tanto, como si no existiera?

¿Es esta la forma como el Creador se recrea en su obra; a través de nuestra percepción? ¿Es una prueba de que somos el fin último de la creación? ¿Es como Dios se nos da a conocer de forma irrefutable?; por su obra. Recordemos aquello de “por sus obras los conoceréis”.

Y ahora, algo sobre el destino. Lawrence Krauss, al hablar en su libro Historia de un átomo sobre este tema, dice: “La Naturaleza no es buena ni mala. Tampoco se preocupa por la vida individual, ni siquiera por civilizaciones enteras. La vida es sencillamente cuestión de estar en el sitio adecuado en el momento adecuado e, igualmente, la muerte tiende a ser cuestión de estar en el lugar equivocado en el momento equivocado. Podemos preguntarnos si esto es resultado del azar o de la predestinación, pero no lo veo mucho sentido”. Y, yo, agrego; en el Universo que observo veo la grandeza de la Creación, incluso veo en su obra como un fin previsto, fin que se va alcanzando a través de la evolución. Si el fin fue la aparición del hombre, como es presumible, este ser, el hombre, dentro de la Naturaleza, no es una excepción, es un producto más del proceso evolutivo que no escapa a todos los avatares que la vida lleva consigo, como el resto de los seres vivos que existen y le precedieron, por lo que nunca he comprendido la pregunta que reiteradamente se hace la humanidad, sólo cuando se produce una catástrofe que afecta al ser humano: ¿por qué Dios consiente...?



Como final de este tema, me voy a referir a lo que para mi es el gran misterio, y que ya he mencionado en otro momento.

El universo surgió del big bang hace entre 15.000 a 20.000 millones de años. Pero ¿qué universo nació? Un universo que, como hemos visto, necesitó de tiempo (mucho tiempo) para sus realizaciones. Tuvieron que transcurrir más de 300.000 años, desde su origen, para que el universo, en vertiginosa expansión, se hiciera transparente a la luz. Tuvo que seguir expandiéndose hasta que su temperatura descendiera de los 3500 grados para que los electrones libres pudieran asociarse a los núcleos de hidrógeno y helio, para formar átomos de estos elementos, cuyas moléculas eran el único contenido material del universo en aquel momento, moléculas que, con el tiempo, fueron formando inmensas nebulosas. Estos fueron, el hidrógeno y el helio, los dos únicos elementos, creados en la cocina nuclear del big bang, que, en aquellos momentos, llenaban el universo en la proporción de un 70% y un 30%, respectivamente.

Con estos dos únicos elementos materiales, hidrógeno y helio, y con el paso del tiempo (muchos miles de millones de años), de las nebulosas se fueron formando las incontables galaxias y estrellas que llenan el cosmos. Con posterioridad, en los núcleos incandescentes de esas estrellas es donde se fraguaron los elementos más pesados que los originales hidrógeno y helio.

El universo, siguió expandiéndose con su proceso evolutivo conocido como evolución geogenésica (de la materia), hasta que transcurridos miles de millones de años (más de 9.000 millones), en un insignificante planeta, la Tierra (¿sólo en la Tierra?), formada de los restos de la explosión de una estrella gigante, una supernova, y situada en los extremos de una irrelevante galaxia (la Vía Láctea), se produjo un fenómeno muy especial por sus consecuencias posteriores; ¡surgió la vida!

Para que la vida surgiera, La Naturaleza tuvo que actuar como si transgrediera una de las leyes fundamentales de la física. Me refiero a la tendencia natural de todo lo que existe en el universo a acercarse al estado caótico (aumento de la entropía) La vida, por el contrario, desde su aparición, parece ser una excepción en el cumplimiento de este principio. La vida parece ser el comportamiento ordenado y reglamentado de la materia. El organismo vivo evita la rápida degradación y, por ello, es por lo que se nos antoja enigmático su comportamiento. ¿Cómo evita la degradación? Con la entropía negativa (energía) que reciben a través de los alimentos los animales y a través de la fotosíntesis las plantas, que compensan, así, la entropía positiva producida por los organismos durante su vida
[3]. Hasta que la vida apareció, la evolución en todo el universo era un proceso de evolución geogenésico, a partir de ese instante, en nuestro planeta se inicia, a la vez, un proceso de evolución biogenésico. Este nuevo comportamiento del proceso evolutivo ¿estaba previsto en el plan del Creador para que surgiera la humanidad?

Esto, para mi, es el gran misterio: el proceso más singular que ha realizado la Naturaleza. Si los organismos vivos están constituidos por moléculas sin vida, ¿cómo estas moléculas pudieron aprender el truco de la vida; cual es, extraer energía del entorno y emplearla para hacer copias de si mismas? ¿Qué es lo que hace que un sistema físico se convierta en un ser vivo?

Pero además, si analizamos con detenimiento el comportamiento de los seres vivos, también son una excepción respecto a la naturaleza inanimada. Un ser vivo no debe nada, o casi nada, a la acción de las fuerzas exteriores, y, en cambio, lo debe todo, desde la forma general al menor detalle, a interacciones morfogenéticas internas al mismo objeto. Esto le da una libertad casi total con respecto a los agentes o a las condiciones externas, capaces, seguramente, de trastornar ese desarrollo, pero incapaces de dirigirlo o de imponer al objeto viviente su íntima organización.

Si la vida brotó de lo no viviente, ¿como con los avances de la ciencia no es posible hallar las condiciones experimentales bajo las que una simple cadena de ADN o ARN u otro polímero similar pudieran ser capturados, in fraganti, reproduciéndose a si mismos? El hecho es que después de más de cuarenta años de investigaciones llevadas a cabo por eminentes bioquímicos a la fecha de hoy, no se ha podido obtener este polímero autorreproductor, por lo que el núcleo mismo de la vida permanece aun envuelto en misterio Por otra parte, está el misterio de la emergencia, durante la evolución, de nuevas funcionalidades en los seres vivos, donde antes no existían: vista, oído, capacidad de volar, lenguaje... ¿De donde proviene esta novedad? ¿Podrían establecerse estas capacidades en seres sin conocer su existencia, sólo a través de la evolución y su posterior selección natural? ¿Cómo puede surgir la capacidad de oír, por ejemplo, en un ser que no sabe si existen sonidos
[4]? ¿Por necesidad? Esta capacidad, como todas las demás, sólo tienen posibilidad de emerger en un ser si están incluidas en ese código, universal a todos los organismos, que conocemos como código genético (ADN), cuya información, para aplicarse, tiene que ser traducida de la secuencia de nucleótidos a la de aminoácidos. Pero este mecanismo de traducción es estrictamente irreversible, la información jamás puede ser transmitida en sentido inverso. ¿Cómo, pues, puede llegar la información para desarrollar el sentido del oído al ADN de un animal que carece de él? ¿Por una simple mutación aleatoria?

Al llegar a este último tema, voy a transcribir algo que estimo que tiene relación con ello. Douglas R. Hofstadter, en su libro Yo soy un extraño bucle, en el apartado “El yo de un mosquito” dice: “¿Cuál es la naturaleza de la interioridad de un mosquito? ¿Qué sentido del “yo” posee? ¿Tiene un mosquito una imagen visual de su propio aspecto y de si tiene ojos y trompa, de estar hambriento, feliz o triste? . . . Lo siento, pero me parece un disparate todo esto. En cambio, si puedo imaginar fácilmente las señales que el ojo del mosquito envía a su cerebro, las que hacen que otras señales viajen hacia las alas y originen un acto reflejo para huir de la amenaza que tiene delante. ¿Tiene un mosquito una remota percepción de si mismo como ente móvil en medio de un vasto mundo?” A esto yo pregunto, relacionado con lo último sobre la percepción de sonidos. ¿Podría un mosquito sentir la necesidad de oír en el supuesto de que no dispusiera de esta capacidad, y, para adquirirla, ¿qué posibilidades hay para que en su ADN se desarrollen los genes con la información precisa?, Porque si el mosquito no puede sentir esta necesidad, ¿qué fuerzas evolutivas de la Naturaleza (¿sólo por azar?) podrían iniciar en esta especie animal una evolución genética dirigida a dotar a su ADN de los genes necesarios para posibilitar la emergencia, en generaciones posteriores, de un complicado sistema auditivo?



2.- Reflexiones sobre el aborto provocado.

“¡Déjale que nazca; es el mejor regalo que puede recibir un ser”. Con esta frase del Papa Juan Pablo II doy comienzo al tema. Antes quiero destacar algunos datos que considero interesantes. Los humanos somos la obra cumbre de la Evolución. Como dice Teilhard de Chardin en su libro El fenómeno humano, ”quiérase o no, la Evolución ha constituido una ascensión hacia la Conciencia La evolución hizo posible que, un día, emergiera el hombre, por encima de la animalidad, con el primer rayo del pensamiento que le ha permitido, juzgar, criticar y hasta negar la gran obra de la Evolución...” Lo que no dijo Teilhard es que el único animal que, por ley, permite el aborto, es aquel que la Evolución le posibilitó emerger de la animalidad. Este ser que promulgó los Derechos Humanos, entre los que destaca como esencial el derecho a la vida, también establece leyes que permiten la interrupción del proceso de gestación de un ser humano, con el pretexto de que la madre es dueña de su cuerpo y, por tanto, de la vida del feto que se está gestando en su vientre, como si el feto integrara el cuerpo de la madre. El cuerpo de la madre es el mismo que era antes de la gestación, durante el embarazo y después del alumbramiento, ese sería el cuerpo del que puede arrogarse ser dueña la madre, pero no el del ser que se está desarrollando en sus entrañas, que no integra ese cuerpo, el feto no es una víscera del cuerpo de la madre es una entidad con vida propia, aunque precise una dependencia del cuerpo de la madre, no genética, para poder completar su desarrollo embrionario, como pretendo explicar a continuación.

Si observamos los animales superiores, encontramos entre ellos dos formas de reproducción diferentes; los ovíparos y los vivíparos. En el caso de los ovíparos, los que ponen huevos dentro de los cuales se desarrollan los embriones, no hay duda, el cuerpo del nuevo ser creado no tiene relación ninguna con el cuerpo de la madre.

La distinción entre ovíparos y vivíparos no es fundamental, puesto que el animal vivíparo también proviene de un huevo, si bien, el embrión se desarrolla dentro del vientre materno, en el útero, donde tiene lugar el proceso de gestación (¿por qué este cambio tan drástico de la Naturaleza? Como todo en la Naturaleza tiene que tener su por qué). Durante este proceso de gestación, distinto en el tiempo para cada especie de mamífero, (donde los humanos somos uno más del grupo), el feto tiene total separación del cuerpo de la madre. Durante el citado periodo de gestación, necesario para que el feto alcance su desarrollo completo (si su proceso vital no es interrumpido por un acto abortivo), ni la sangre de la madre se mezcla con la del hijo. Sólo a través del cordón umbilical recibe el feto el riego sanguíneo, a través de la envoltura fetal conocida como placenta
[5], con el oxígeno y los alimentos disueltos en ese riego sanguíneo, y, del feto, se devuelve a la placenta bióxido de carbono que, a su vez, retorna, a través del cordón umbilical, al riego sanguíneo de la madre para ser expulsado al exterior. Como se ve, podemos decir que hay una separación entre el riego sanguíneo del feto y el de la madre, aunque09el feto necesite de la interacción con la madre (de la que hablaremos más adelante) para su desarrollo. ¿Donde está, pues, la pertenencia del feto al cuerpo de la madre? Después del nacimiento del feto, las envolturas fetales, como no forman parte del cuerpo de la madre, entre las que se encuentran la placenta, se expulsan al exterior, quedando el cuerpo de la madre con su contenido, el mismo que tenía antes de la gestación.

Es verdad que, como hemos indicado, hay cierta dependencia para el desarrollo del embrión respecto de la madre, pero esta no es genética, ningún gen de la madre es añadido a los que ya tiene el embrión en formación. Esta dependencia se pone de manifiesto por la necesidad que tiene el feto de algunos factores que deben ser suministrados por el tejido maternal para facilitar su desarrollo, por ejemplo, el embrión no puede desarrollarse sin la formación de la placenta, dado que ésta establece conexiones funcionales que son críticas para que el preembrión sobreviva y posteriormente se desarrolle. Lo que esta evidencia científica refleja es la entidad del carácter relacional por la que un ser naciente, y nos estamos refiriendo a las especies de animales superiores, nunca puede estar completamente aislado por si mismo (como también le sucede al huevo de los ovíparos si queremos que de él nazca un nuevo ser). Esta relación fisiológica que existe durante el desarrollo embrionario con la madre, tiene cierto paralelo con la relación que perdura durante el periodo de lactancia y, a través de la comunicación madre e hijo, en la niñez.

Como ampliación y complemento a lo anterior, vamos a escribir algo relacionado con el proceso de fecundación. La fecundación se inicia con la unión del espermatozoide y el óvulo. Cuando un espermatozoide se adhiere a la membrana más externa del óvulo, que es una cubierta llamada zona pelúcida y que contiene receptores específicos capaces de aceptar espermatozoides o rechazar a los que no pertenecen a la misma especie, se produce lo que se conoce como reacción acrosómica, que consiste en que el espermatozoide descarga su contenido acrosonal sobre la membrana pelúcida para hacer posible su penetración en el ovocito
[6]. Tan pronto como un espermatozoide penetra en el ovocito, se producen unas modificaciones estructurales en la membrana pelúcida que impiden la penetración de otros espermatozoides. Más tarde, se forman los pronúcleos masculino y femenino, en la periferia del ovocito, los que luego migran hacia el centro donde se unen (duplicación) para formar(el DNA) lo que se conoce como el blastocisto[7] con los cromosomas que aportan el espermatozoide y el óvulo.

Este proceso de duplicación, que ha puesto así fin a la primera fase del proceso de la fecundación y que tan sólo se demoró 12 horas desde el primer contacto físico entre el óvulo y el espermatozoide, es bastante complejo y aun no es conocido en su totalidad. Como se desprende de la descripción anterior, la célula en estado de pronúcleos no contiene aun una identidad propia, es la suma de dos identidades parciales, la del espermatozoide que no ha cambiado desde que salió del testículo y la del óvulo. Ambos gametos, dotados de sus respectivas identidades genéticas, deben morir como tales para dar origen a un todo, nuevo y completo, que tiene la potencia de convertirse en un hombre o en una mujer.

En el blastocisto, la totalidad de las células contienen exactamente la misma información genética, sin embargo, y mediado por el mero azar, las células que se ubican en el centro de la masa celular, y que no representan más de un 7 a un 10% del total, constituirán un futuro embrión, el 90% restante tendrá como única función el formar la placenta y otros órganos anexos. Durante las dos primeras semanas en que el embrión está en estado de blastocisto anidado en el útero, y mientras se termina de formar la placenta, recibe nutrientes de las secreciones uterinas. Parece entonces razonable establecer que si bien la “individualidad genética” se establece con la singamia
[8], la “individualidad ontológica[9]” no se establece hasta el día 15 del desarrollo del cigoto[10]

Diremos, pues, que una vez completada la fecundación entre dos células haploides para dar origen a una célula diploide (cigoto), se da origen a un nuevo individuo. Esta célula, altamente compleja y centralmente organizada, está dotada de su propia individualidad genética y ontológica, que permanecerá invariable a lo largo de todo su desarrollo. Todo lo que requiere este nuevo individuo para desarrollar su proceso vital es ir expresando la información que ya está contenida en su genoma; único e incambiable. Visto así, no parece haber dudas de que el individuo humano, en potencia, se inicia con el cigoto, una vez completada la fecundación, Sin embargo, esta opinión es refutada desde algunas perspectivas. Lo difícil, y principalmente desde el punto de vista social, es constatar desde que etapa del desarrollo celular se está frente a un individuo nuevo merecedor del respeto y de ser protegido como el total de las personas nacidas. Para un embrión (persona en potencia) no existen leyes aceptadas universalmente a este respecto, el aborto legal es una expresión de ello. Lo que rige son principios flexibles en que prima el respeto a las divergencias , la mayoría de ellas en perjuicio de la vida del indefenso embrión (¿cual sería el resultado de estas divergencias si el embrión pudiera ser consultado?).

Por último voy a agregar, dejando aparte los científicos que afirman que el individuo humano se inicia con el cigoto, y los que eluden el problema por considerarlo cuestión metafísica, refiriéndome sólo a quienes apoyan y promueven el aborto. Estos últimos centran parte importante de sus argumentos en negar lo evidente; que un humano es un humano. Parece como si justificaran la muerte del embrión por no ser miembro de nuestra especie. La objeción científica de los especialistas que niegan la condición humana del cigoto es que antes del tercer mes de embarazo no hay ni existe humano alguno en el vientre de la madre. Que cosa más absurda, cuando sabemos que a las doce semanas de gestación el feto está plenamente formado. Pero lo verdaderamente inadmisible es que esta definición se la adjudique tácitamente el poder político, donde por una mayoría electoral, democráticamente legítima, cualquier indocumentado, y sólo en nombre del progresismo, (sin tener en cuente la ley natural) puede decidir cuando y como una vida adquiere la condición humana y, además, que se nos obligue a admitirlo, o como dice Pérez – Reverte, “cualquier analfabeto con cartera ministerial nos puede imponer su última ocurrencia o estupidez”. Agregaré, a este respecto, que en el texto alternativo al Juramento Hipocrático, conocido como Declaración de Ginebra, septiembre 1968, se incluía el siguiente párrafo en la promesa médica: “Velaré con el máximo respeto por la vida humana desde su comienzo, incluso bajo amenaza”. Transcurridos 58 años, en su última redacción en mayo 2006, después de haber sido enmendada en cuatro ocasiones por la Asociación Médica Mundial, dicho párrafo ha sido sustituido por este otro: “Velaré con el máximo respeto por la vida humana”. ¿Qué criterios habrán hecho posible este cambio? ¿Permitir el aborto provocado? Mi opinión, a este respecto, es que no concibo que se pueda quitar la vida a un ser humano y menos en los momentos que se halla mas indefenso, pero lo injustificable es que sea aprovechado con fines lucrativos.

Como información y complemento voy a relatar las fases más destacadas de la vida intrauterina del feto, en lo que respecta al proceso de especialización de ese conglomerado de células que le integran y que se irá completando hasta su pleno desarrollo. El cuerpo humano está formado de varios cientos de tipos diferentes de células por su especialización; sanguíneas, musculares, nerviosas, etc. En todo momento de la vida de un ser humano, más de setenta billones de células están trabajando en nuestro cuerpo. Todas y cada una de las células tienen la misma información genética (ADN o libro de la vida), pero cada célula especializada lee únicamente, en ese libro de la vida, los datos que le Interesan en cada momento específico.

Con esta escueta información vamos a referir esas fases más destacadas del desarrollo del feto. Partiremos de los citados blastocitos que, por sucesivas divisiones, darán lugar a lo que se conoce como mórula (por su forma paracida a una mora). Aproximadamente, en el cuarto día de gestación la mórula se instala en el útero, donde se inicia la verdadera gestación (división celular) y donde el feto permanecerá hasta su completo desarrollo (si no hay un proceso abortivo voluntario).

Fases más destacadas de la vida intrauterina del feto:

- A las dos semanas de vida del feto se inicia el desarrollo del sistema nervioso.

- A las tres semanas empieza a diferenciarse el cerebro, aparecen esbozos de lo que serán las piernas y los brazos, y el corazón inicia sus latidos.

- A las cuatro semanas ya empiezan a formarse los ojos.

- A las seis semanas la cabeza tiene su forma casi definida, el cerebro está muy desarrollado, comienzan a formarse manos y pies y, muy pronto, aparecerán las huellas dactilares; las que tendrá toda su vida.
-
- A las ocho semanas el estómago comienza la segregación gástrica y
aparecen las uñas.

- A las nueve semanas se perfecciona el funcionamiento del sistema nervioso

- A las once semanas ya se chupa el dedo.

- A partir de la duodécima semana la mayor parte de los órganos están
completamente formados.

A partir de este punto el feto sigue su desarrollo hasta el momento del alumbramiento.

Relacionado con este tema y por su importancia, reproduzco un artículo magistral del escritor español Miguel Delibes, recientemente fallecido, y que, como homenaje póstumo y por tercera vez, se publicó en la Tercera de A B C el día 14-3-2010.

“En estos días en que tan frecuentes son las manifestaciones a favor del aborto libre, me ha llamado la atención un grito que, como una exigencia natural, coreaban las manifestantes: “Nosotras parimos, nosotras decidimos”. En principio, la reclamación parece incontestable y así lo sería si lo parido fuese algo inanimado, algo que el día de mañana no pudiese, a su vez, objetar dicha exigencia, esto es, parte interesada, hoy muda, de tan importante decisión. La defensa de la vida suele basarse en todas partes en razones éticas, generalmente de moral religiosa, y lo que se discute en principio es si el feto es o no es un ser portador de derechos y deberes desde el instante de la concepción. Yo creo que esto puede llevarnos a argumentaciones bizantinas a favor y en contra, pero una cosa está clara: el óvulo fecundado es algo vivo, un proyecto de ser, con un código genético propio que con toda probabilidad llegará a serlo del todo si los que ya disponemos de razón no truncamos artificialmente el proceso de viabilidad. De aquí se deduce que el aborto no es matar (parece muy fuerte eso de calificar al abortista de asesino), sino interrumpir vida; no es lo mismo suprimir a una persona hecha y derecha que impedir que un embrión consume su desarrollo por las razones que sea. Lo importante en este dilema es que el feto aún carece de voz, pero, como proyecto de persona que es, parece natural que alguien tome su defensa, puesto que es la parte débil del litigio”.

“La socióloga americana Priscilla Conn, en interesante ensayo, consideraba el aborto como un conflicto entre dos valores: santidad y libertad, pero tal vez no sea este el punto de partida adecuado para plantear el problema. El término santidad parece incluir un componente religioso en la cuestión, pero desde el momento que no se legisla únicamente para creyentes, convendría buscar otros argumentos ajenos a la noción de pecado. En lo concerniente a la libertad, habrá que preguntarse en que momento hay que reconocer al feto tal derecho y resolver entonces en nombre de que libertad se le puede negar a un embrión la libertad de nacer. Las partidarias del aborto sin linitaciones piden en todo el mundo libertad para su cuerpo. Eso está muy bien y es de razón siempre que en su uso no haya perjuicio de tercero . Esa misma libertad es la que podría exigir el embrión si dispusiera de voz, aunque en un plano más modesto: la libertad de tener un cuerpo para poder disponer mañana de él con la misma libertad que hoy reclaman sus presuntas y reacias madres. Seguramente el derecho a tener un cuerpo debería ser el que encabezara el más elemental código de derechos humanos, en el que también se incluiría el derecho a disponer de él. pero, naturalmente, subordinándole al otro”.

“Y el caso es que el abortismo ha venido a incluirse entre los postulados de la moderna “progresía”. En nuestro tiempo es casi inconcebible un progresista antiabortista. Para éstos, todo aquel que se opone al aborto libre es un retrógrado, posición que, como suele decirse, deja a mucha gente, socialmente avanzada, con el culo al aire. Antaño el progresismo respondía a un esquema muy simple: apoyar al débil, pacifismo y no violencia. Años después, el progresista añadió a este credo la defensa de la Naturaleza. Para el progresista, el débil era el obrero frente al patrono, el niño frente al adulto, el negro frente al blanco. Había que tomar partido por ellos. Para el progresista eran recusables la guerra, la energía nuclear, la pena de muerte, cualquier forma de violencia”.

“En consecuencia, había que oponerse a la carrera de armamentos, a la bomba atómica y al patíbulo. El ideario progresista estaba claro y resultaba bastante sugestivo seguirlo. La vida era lo primero, lo que procedía era mejorar su calidad para los desheredados e indefensos. Había, pues, tarea por delante. Pero surgió el problema del aborto, del aborto en cadena, libre, y con él la polémica sobre si el feto era o no persona, y, ante él, el progresismo vaciló. El embrión era vida, sí, pero no persona, mientras que la presunta madre lo era ya y con capacidad de decisión. No se pensó que la vida del feto estaba más desprotegida que la del obrero o la del negro, quizá porque el embrión carecía de voz y voto y políticamente era irrelevante. Entonces se empezó a ceder en unos principios que parecían inmutables: la protección del débil y la no violencia. Contra el embrión, una vida desamparada e inerme, podría atentarse impunemente. Nada importaba su debilidad si su eliminación se efectuaba mediante una violencia indolora, científica y esterilizada. Los demás fetos callarían, no podían hacer manifestaciones callejeras, no podían protestar, eran aún más débiles que los más débiles cuyos derechos protegía el progresismo; nadie podría recurrir. Y ante un fenómeno semejante, algunos progresistas se dijeron: Esto va contra mi ideología. Si el progresismo no es defender la vida, la más pequeña y menesterosa, contra la agresión social, y precisamente en la era de los anticonceptivos, ¿qué pinto yo aquí? Porque para estos progresistas que aún defienden a los indefensos y rechazan cualquier forma de violencia, esto es, siguen acatando los viejos principios, la náusea se produce igualmente ante una explosión atómica, una cámara de gas o un quirófano esterilizado”.



3.- Reflexiones sobre la evolución.

Me he decidido a hacer esta reflexión sobre la Evolución, no sólo por ser un tema que siempre me ha interesado, sino, muy especialmente, por la incomprensión o rechazo que este tema he notado que suscita en algunos creyentes.

Como introducción, diré que jamás he comprendido como responsables de algunas religiones cristianas, niegan, con rotundidad, la evolución y se aferran al creacionismo. Aunque la Evolución, digo yo, es creacionismo hecho de una forma racional y escalonada.

Me voy a referir, intentando concretar lo posible, a los datos más sobresalientes que sobre este tema han escrito algunos científicos de renombre conocido.

Del libro El fenómeno humano de Teilhard de Chadin (1881-1955), sacerdote jesuita (SJ), que viajó por todo el mundo en misiones científicas, como geólogo y paleontólogo, resumo lo siguiente:

Hay motivo para descorazonarse ante el hecho de que tantas inteligencias, no mediocres, continúen hoy todavía cerradas a la idea de la Evolución. La Evolución, para muchos, todavía, no es más que una antigua hipótesis darwiniana, tan local y caduca como la concepción de la teoría egocéntrica que sostenía que la Tierra era el centro del sistema solar.

La Evolución, ¿es una teoría, un sistema, una hipótesis? De ninguna manera, mucho más que esto: Es una condición general a la cual deben doblegarse, por su veracidad, todas las teorías, todas las hipótesis y todos los sistemas. La Evolución es una luz esclarecedora de todos los hechos acaecidos y a la cual deben amoldarse todos los rasgos y condiciones.

Naturalmente, el hombre no podía llegar a percibir alrededor suyo la Evolución sin sentirse involucrado de alguna manera en ella, a muchos les molestaba imaginarse que no escapaban ellos mismos a la corriente universal que se acababa de descubrir (que horrible tener como ancestro
[11] a un mono). Estamos acostumbrados a aislarnos de las cosas y de los acontecimientos que nos rodean. Somos como espectadores y no elementos o protagonistas de lo que está sucediendo.

Schrödinger – premio Nóbel de física en 1.933 y un gran pensador – dice, en su libro Mi concepción del mundo, que todos los humanos, debido a la Evolución, estamos a la cabeza de las generaciones; nos desarrollamos. En nosotros, como en cualquier ser vivo, se verifica, cada día de nuestra vida, una pequeña porción de Evolución de nuestra especie, que todavía está en plena marcha. En efecto, cada día, la vida del individuo debe representar una porción de progreso de la Evolución de la especie, por insignificante que sea, sobre la imagen “eternamente” inacabada de nuestra especie. Porque su imponente Evolución completa se compone de millones de tales insignificantes golpes de cincel. Así, es como actuamos, sin darnos cuenta, para modificar, superar, destruir , a cada paso, la forma que hace un momento presentábamos; se trata de una auténtica y continua autosuperación en el proceso evolutivo. Esto no es un poético juego de palabras, si no una realidad, es la Evolución que, sin que lo notemos, no para.

Teilhard continúa: No podemos imaginar la enormidad del espacio-tiempo, el espacio por su majestuosidad y el tiempo por haber hecho posible la Evolución; Evolución que, quiérase o no, es una ascensión hacia la consciencia que ha hecho posible que un día emergiera el hombre, por encima de la animalidad, con el primer rayo del pensamiento que le ha permitido ser capaz de juzgar, criticar y hasta negar la gran obra de la Evolución.

Stuart Kauffman, profesor emérito de Bioquímica de la Universidad de Pensylvania, en su libro Investigaciones también se refiere a la Evolución. Kauffman, como es lógico, admite la Evolución, pero dice que no la entendemos. Lo curioso de la Evolución, asegura, es que todo el mundo, excepto los que la niegan, creen que la comprenden. A simple vista, parece tan simple... Los pinzones revolotean por las Galápagos, migrando ocasionalmente de isla en isla. Los picos, grandes o pequeños, son adaptados para distintos tipos de semillas. Los ejemplares con picos adecuados resultan seleccionados. Las mutaciones son la fuente de variación heredable en la población... En realidad, la teoría evolutiva de Darwin es una teoría de descendencia con modificaciones. No explica la génesis de las formas, sino como se transforman éstas una vez que han sido generadas. En sentido más fundamental: ¿de donde vino la vida? Darwin parte de una vida ya existente. De donde procede ésta es la base de toda cuestión posterior relativa al origen de las formas que la selección tamiza.

Kauffman sigue analizando el proceso evolutivo y se refiere a la mosca Drosophila, estudiada en los laboratorios, donde la mayoría de los efectos mutantes producen efectos drásticos, se pregunta que pasaría si todas las mutaciones fueran letales... y al final saca la conclusión de que la propia Evolución ha debido forjar, de alguna manera, la capacidad evolutiva de las criaturas.
[12] La Evolución, dice, ¡se alimenta a si misma! Pero no en la teoría de Darwin, ni tampoco en la nuestra.

Como confirmación de esta idea examina el caso del sexo y dice: Durante milenios todas las especies eran asexuadas, reproduciéndose por su cuenta allá donde se las antojaba, requiriendo un único progenitor. Nosotros necesitamos dos: un cincuenta por ciento menos de eficacia. Quizá por ello la mayoría de los seres del micromundo sigan siendo asexuados.

No hay duda que este tipo de reproducción, hacer una copia de si mismo por duplicación y posterior división, es una forma ideal de mantener la invarianza genética pero, indudablemente, restringe la Evolución, puesto que esta queda limitada a las posibles mutaciones, y que estas no sean letales. Consecuencia de ello fue que la Evolución resultó extraordinariamente lenta durante ese periodo considerable de tiempo, entre 2.000 y 1.500 millones de años, hasta que se inventó el sexo.

La invención del sexo, como todo en la Naturaleza. No surge de forma espontánea, se inicia tímidamente, como una especie de tanteo, compartiendo la reproducción por división celular con el contacto sexual

Un ejemplo lo tenemos hoy en las mixamebas. Estas amebas unicelulares se multiplican por esquizogénesis (reproducción por división celular), pero en ocasiones dos elementos se aparejan y, luego de acoplados, unen sus protoplasmas y, posteriormente, sus núcleos se confunden en uno. De esta unión surgirá una espora que, después, dará una nueva mixameba que seguirá su ciclo normal de vida.

Esta forma incipiente de reproducción sexual se irá extendiendo y haciéndose más general, hasta que surgieron especies con células masculinas y femeninas, perfectamente diferenciadas, como ocurre en la actualidad.

¿Por qué el sexo? La razón más aceptada, a la cual yo me adhiero, es que el apareamiento sexual permite la recombinación genética, recombinación que es un útil “procedimiento de búsqueda” evolutivo, ya que permite, por la combinación de los cromosomas masculino y femenino, obtener los cromosomas del descendiente (conjunto de los dos), por lo que esta recombinación, al aparear cromosomas diferentes, puede constituir un método que propicie la Evolución de forma mucho más rápida que si se espera a que una mutación caiga del cielo y que después resulte eficaz.

Yo agrego: No hay duda que la reproducción sexual tuvo una decisiva importancia en el avance del proceso evolutivo. Pero, además, hay que unir a esto que las plantas verdes a través de la función clorofílica, con el oxígeno que emitían a la atmósfera, alteraron, irreversiblemente, su carácter original rico en hidrógeno, esto hizo que, hace unos seiscientos millones de años, se produjera una proliferación enorme de nuevas formas de vida, lo que dio origen a lo que se conoce con el nombre de la “Explosión del Cámbrico”, por lo que, consecuentemente, esto produjo también en el ritmo de la evolución un notable incremento.

Como un apoyo más a la teoría de la evolución, y que refuerza su compatibilidad con la fe cristiana, nos vamos a referir al libro ¿Cómo habla Dios? De Francis S. Collins, premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica en 2001, médico genetista y director del Instituto Nacional para la Investigación del Genoma Humano de Estados Unidos (y como un dato más, ateo converso al catolicismo). De su libro resumimos lo siguiente “Dios, quien no está limitado por el espacio ni por el tiempo, creó el universo y estableció leyes naturales que lo gobiernan... Si bien el mecanismo del origen de la vida en la Tierra sigue siendo desconocido, una vez que la vida surgió, el proceso de la evolución y la selección natural permitieron el desarrollo de la diversidad y la complejidad biológica sobre largos periodos de tiempo Los seres humanos son parte de este proceso, y comparten un ancestro común con los simios.”

“El papa Juan Pablo II, en su mensaje a la Academia Pontificia de Ciencias en 1996, ofreció una defensa reflexiva y valiente de la evolución teísta.
[13] El papa declaró que “nuevos hallazgos nos llevan a reconocer la evolución como algo más que una hipótesis”. Aceptó así la realidad biológica de la evolución, pero fue cuidadoso al equilibrar eso con una perspectiva espiritual, haciéndose eco de la postura de su predecesor Pío XII: “Si el origen del cuerpo humano proviene de materia viva que existía previamente, el alma espiritual es creada directamente por Dios “.

Para constatar como los golpes de cincel, que nos dice Schödinger, impulsan la evolución, vamos a referir algún proceso evolutivo. Por ser uno de los más conocidos relataremos el del caballo.

El caballo pertenece a la especie de mamíferos perisodáctilos (número impar de dedos), que, a su vez, se agrupan en la especie denominada équidos.

El ancestro
[14] original del caballo se remonta al periodo Eoceno (56 millones de años (Ma) á 40 Ma), parece que surgió en Norteamérica, donde han aparecido los primeros fósiles. Por estos restos fósiles, parece que era un animal muy pequeño, del tamaño de un zorro más o menos. El vestigio evolutivo siguiente surge en el periodo Oligoceno (40 Ma á 23 Ma) y era del tamaño de una oveja. El proceso continúa a base de cinceladas, y en el periodo Mioceno (23 Ma á 6 Ma) aparece un descendiente que ya pastaba hierba, antecesor del caballo moderno, del tamaño de un pony y ya con un sólo dedo (los anteriores tenían 3 dedos). De él desciende el Equus, similar al caballo moderno. Los científicos piensan que durante el periodo Pleistoceno (6 Ma á 12.000 mil años) los descendientes del Equus, caballos actuales, se extendieron desde Norteamérica a Eurasia[15]. Al final del Pleistoceno, los caballos americanos se extinguieron, la opinión más generalizada es que se debió al cambio climático.

En la edad de piedra, por hallazgos en cuevas de Europa, se cree que el caballo era ya abundante, y que, incluso, era utilizado como alimento por los humanos. También existen vestigios de que en aquella época el caballo ya estaba domesticado (Y todo hecho a base de cinceladas evolutivas, como dice Schödinger)
[16].

Por su relación con el tema que estamos tratando, resumo a continuación un escrito que llegó a mis manos de uno de los máximos expertos en evolución humana. Se trata de Tattersal, director del Museo de Historia Natural de Nueva York:

“El Homo sapiens
es una entidad anatómica muy especializada y singular, y también una entidad cognitiva única. En la familia humana hay unas veinte especies, muchas inteligentes, pero creo que el Homo sapiens es la única de ellas con conocimiento simbólico
[17] y leguaje” .

“Ahora estamos solos en el mundo, pero hubo un momento, por ejemplo, hace millones de años, en el norte de Kenia, en que vivían hasta cuatro tipos de homínidos a la vez. Para tranquilizar a todos diré que, a pesar de que ha habido más de un homínido inteligente, creo que solo el Homo sapiens tiene una inteligencia simbólica, que es lo que hace que no tenga competencia”

“Respecto al hombre de Neandertal, a pesar de que se vestía, hacía fuego y enterraba a sus muertos, pienso que era una especie completamente separada. Estos homínidos eran, sin duda, inteligentes, pero no de la manera en que lo somos nosotros”.

“En Atapuerca, por los descubrimientos y estudios realizados, se llega a la conclusión que en aquella época, hace 350.000 años, los homínidos tenían una constitución para producir sonidos parecidos a los nuestros, pero no creo que hablasen. Es decir, no tenían lenguaje. Tenían, seguramente, una comunicación vocal sofisticada, pero no un lenguaje como el que nosotros tenemos”.

“Creo que el Homo antecesor del Homo sapiens es distinto al de Atapuerca. Incluso pienso que el Homo de Atapuerca no está directamente relacionado con el Homo antecesor.”

“Opino que en el rompecabezas de la evolución humana faltan aun la mayor parte de las piezas, por eso cuando hablamos de descendencia y ascendencia, estamos dando pasos imaginarios. Lo que me gustaría de verdad es descubrir el ancestro del Homo sapiens, aunque es algo que creo que nunca podremos hacer.”

“Si analizamos otras especies, en cualquiera de ellas, encontramos que todas tienen algún pariente cercano, pero el Homo sapiens no; parece haber surgido de la nada. Tenemos restos de homínidos que se relacionan con nosotros de manera genérica, pero no hay ninguna forma que sea claramente el antecesor del Homo sapiens.”

En el mismo sentido se manifiesta Juan Luis Arsuaga, catedrático de Paleontología y codirector de Atapuerca. A una pregunta de si Darwin dejó escrito en El origen de las especies que el hombre venga del mono, contesta: “¡Ni siquiera en El origen del hombre, cuidado! Lo que Darwin defiende es que hay una continuidad y parentesco entre el hombre y las demás especies vivientes. Él no cree que el ser humano proceda de ninguna otra especie viviente (y es así, claro, porque nadie desciende de su hermano o de su primo). Dice que condescendemos, todas las formas de vida actuales, de especies comunes que van siendo cada vez más remotas en el tiempo conforme nos alejamos en el grado de parentesco. La idea central de Darwin es el árbol de la vida, que incluye a todas las especies vivientes y fósiles que existen y han existido en la historia”. (A B C, 7 junio 2009).



4.- Reflexiones sobre la conciencia humana

La conciencia humana, mejor autoconciencia, es evidente que aparece con el hombre (auque parezca una redundancia), pero la aparición del hombre (homo sapiens sapiens) no hay duda que fue producto de la evolución cerebral de un antecesor. (antecesor que está por descubrir y, en opinión de algunos científicos, nunca podrá hacerse). Evolución cerebral causada por un aumento de la capacidad y de la selectividad neuronal que amplió su rendimiento sensorial, lo que hizo del hombre un ser autoconsciente, un ser reflexivo, un ser que sabe que sabe.

Los componentes del cerebro, las neuronas, son estructuras físicas, pero todo estado consciente es cualitativo; un pensamiento no se puede cuantificar es inmaterial. Si estos estados conscientes son cualitativos habrá que explicar como estructuras físicas pueden causar estados conscientes. Algunos científicos, apoyados en la insignificancia de los neurotransmisores que actúan en las sinapsis, han intentado explicarlo apoyándose en la teoría mecánico-cuántica del cerebro, ya que su explicación es imposible con la mecánica clásica.

Lo cierto es que, hasta el momento, la autoconciencia humana sigue siendo un misterio al estar sin explicar esa dualidad mente-cerebro, que es como admitir que vivimos en dos mundos diferentes; un mundo mental y un mundo físico, o al menos, que el cerebro tiene dos propiedades diferentes las mentales y las físicas. En relación con esto último, Antonio Damasio, profesor de neurología, ya mencionado en el tema La vida (II), dice: “Naturalmente, me gustaría poder decir que sabemos, con seguridad, de la manera por la que el cerebro se mente en el asunto de producir la mente, pero no puedo y, siento decir, nadie puede”. Y otro neurólogo, Popper, K. R. (1982:150) afirma: “El surgimiento de la conciencia en el reino animal es quizá un misterio tan grande como el del mismo origen de la vida. No obstante, tenemos que asumir, a pesar de la dificultad impenetrable, que es un producto de la evolución; de la selección natural”.



5.-Reflexiones sobre el relativismo.

Por su interés, resumo una entrevista realizada por A B C, el 2/5/2005, a Marcello Pera, catedrático de Filosofía de la Ciencia de la Universidad de Pisa, y Presidente del Senado de Italia desde 2001.

Marcello Pera, autor de muy diversos libros, publicó en 2005 “Senza radici”, un compendioso volumen en colaboración con el entonces cardenal Ratzingen, actual Papa Benedicto XVI, en el que se analizan algunos de los males más acuciantes que corroen a Europa.

Hay que destacar, como dice Marcello Pera en dicho libro: Aunque no sea creyente postulo en este libro una religión civil que sepa transfundir sus valores desde el individuo a la sociedad, y agrega que tiene muy similares visiones e ideas con el Papa sobre los temas tratados en él, y muy especialmente respecto al relativismo, donde destacan la incapacidad de este pensamiento para proclamar la superioridad de nuestra cultura sobre otras.

De su entrevista, como más principal, destaco lo siguiente:

Antes de llegar a proclamar la superioridad de nuestra cultura, existe una cuestión previa: primero debemos establecer el valor intrínseco de nuestra cultura, que ha inventado ideas universales. El liberalismo, la separación entre la sociedad civil y el Estado, el Estado de Derecho, la democracia, las declaraciones – que recuerdo que denominamos “universales” – de derechos... Éstas y otras son criaturas típicas, originarias y propias de Occidente. Tenemos que ser conscientes del valor de estas ideas que hemos desarrollado a lo largo de los siglos. Europa ha perdido la capacidad para evaluar la importancia de estas aportaciones; y, si pierde la capacidad para valorarlas, no puede considerarlas en comparación con otras, o, bien, se decide por que todas las culturas son iguales, que tienen el mismo valor ético. Y esto es falso; no todas las culturas tienen el mismo valor ético. Los relativistas, ante las culturas que rechazan nuestras instituciones, probadamente beneficiosas para el desarrollo moral, político y económico de los pueblos, no aceptan que nuestra cultura sea mejor, ni siquiera preferible; en todo caso, pueden decir educadamente que se trata de culturas “diversas”. La democracia es mejor que la teocracia; una constitución , mejor que la sharia
[18]; una decisión parlamentaria, mejor que una sura[19]; Una sentencia judicial, mejor que una fatwa[20].

Intelectuales como Chomsky o Saramago, que proceden de la izquierda, se han convertido en paladines del relativismo, mostrándose comprensivos con ciertas acciones terroristas. Estos intelectuales parten de la consideración de que Occidente es culpable de todo lo que ocurre en el mundo. Pero ¿por qué hemos de sentirnos culpables de lo que ocurre en un mundo que escapa a nuestro control? Nosotros hemos inventado el concepto de libertad, de democracia; hemos ahondado en la ciencia y la tecnología... valores universales que tienden a expandirse y que, si hay países en donde no se han desarrollado, es porque han preferido no aceptarlos.

El relativismo imperante en Occidente, de consecuencias tan nefastas, llega a considerar la exportación de la democracia como la “imposición” de una forma de vida sobre otra forma de vida igualmente legítima, digna y respetable, y al proclamar que todas las culturas son igualmente dignas, considera esta exportación de la democracia como una operación violenta, por lo que justifica el terrorismo como una guerra reactiva y no agresiva. Y que, por tanto, bastará que seamos condescendientes con nuestros enemigos, con que cesemos en nuestra “agresión”, para conjurar su amenaza. Por suerte, el relativismo está decayendo; no sólo porque se hayan desvelado sus errores filosóficos, sino por sus nefastas consecuencias.

Si no tenemos consciencia de los valores de la dignidad y de la importancia de nuestra propia cultura, entonces no sientes la necesidad de defenderla. Y cuando eres atacado por el fundamentalismo y el terrorismo, no tendrás argumentos para defenderte, es entonces cuando surge en el relativista la pregunta terrible: ¿”Por qué he de defender mi cultura si no es mejor que cualquier otra?”.

Tenemos que estar convencidos de que al enunciar que nuestra cultura es superior a otras formas de cultura es una verdad, pues gracias a nuestra cultura, durante los últimos cinco siglos, hemos desarrollado la ciencia, el liberalismo, la democracia, la igualdad y la libertad. Estas ideas han probado ser mejores que otras por sus consecuencias: La gente vive en mejores condiciones en nuestro ámbito cultural, disfruta de derechos más amplios, etcétera. En este sentido, las consecuencias políticas, sociales, económicas de estas ideas que se han desarrollado en nuestra cultura son mejores que las consecuencias de otras ideas. Pero ¿cuál es la fuente o fuentes de las que emanan estas ideas? La mayoría, si no todas, proceden de la tradición cristiana, aunque Europa pretenda enterrar esta tradición, renegando de su origen cristiano. Así y todo, nunca podrán hacerlo, por mucho que se esfuercen. No si eres un creyente, porque estas ideas serán para ti mandamientos divinos. Si no eres un creyente, justificarás dichas ideas en diferentes términos, pero tendrás que reconocer que proceden de la tradición cristiana. El concepto de dignidad humana procede del mensaje del Dios que se hace hombre. Nuestra actitud de tolerancia y respeto al prójimo, no importa cual sea su raza o condición, es tributaria de esta revolución cristiana. Y, querámoslo o no, la separación entre Iglesia y Estado no puede entenderse sin aquella formulación que distingue entre lo que es de Dios y lo que es del César

¿Por qué en la actualidad basta que te confieses cristiano para que se te considere como pasado de moda? Porque la cultura europea ha perdido la idea de sus orígenes, de lo que es su esencia. ¿Cuál es el concepto en el que se funda la democracia? La dignidad de la persona; de ahí emanan todos los logros democráticos: la igualdad, la libertad, la tolerancia...Pero ¿de donde procede ese concepto, sino de la tradición cristiana? Cuando se pierde la noción de los orígenes, surge un sentimiento de vergüenza de profesar la fe cristiana

Como ya he dicho, postulo una religión civil que sepa trasfundir sus valores en esa larga cadena que va desde el individuo a la sociedad civil, pasando por la familia, los grupos y asociaciones, sin afectar los programas de Gobierno, partidos políticos y, por supuesto, sin tocar la separación entre Iglesia y Estado. Por la sencilla razón de que las ideas que admiro proceden de la tradición cristiana: dignidad de la persona, derechos humanos, igualdad... Aunque no sea creyente, acepto las consecuencias de estas ideas e intento justificarlas en términos históricos.

Esta asunción de los valores cristianos, incluye la defensa de la idea cristiana de la familia. La idea de la familia que en estos días está siendo muy discutida en España, es una idea natural y biológica, una idea social y política, una idea cultural, sistematizada por el derecho romano, una idea a la que se añaden connotaciones religiosas. Se pueden soslayar los aspectos religiosos de la familia, pero es una inconsciencia soslayar los otros aspectos. La familia es un fenómeno natural; aunque no seas creyente, no puedes admitir la destrucción de un concepto tradicional de familia. El concepto de familia preexiste a una tradición cristiana.

A la pregunta del entrevistador: “Como sin duda sabe, nuestro presidente, Rodríguez Zapatero, es uno de los campeones del relativismo” Marcelo Pera contestó: “Lo se, y estoy verdaderamente atónito ante su actitud, si consideramos la historia de España. Reconocer los derechos de los homosexuales es irreprochable, por el mero hecho de que son personas y poseen una inalienable dignidad. Pero el matrimonio es diferente, tiene otro objetivo: Cuando un hombre le dice a una mujer “te quiero” significa algo distinto que cuando dos hombres o dos mujeres se lo dicen entre si. Se pueden respetar los hábitos y preferencias, pero si me pregunta sobre límites morales, sí, considero que existen unos límites morales. Además, en este caso, esos límites no son solamente morales, son naturales”.






[1] Reproducción sexual; unión de los gametos masculino y femenino.
[2] Merece la pena recordar aquí lo que sobre el fotón decimos en el tema Espacio y tiempo: Los fotones son incorpóreos, no tienen masa. Por esta condición se mueven a la velocidad de la luz, no pueden detenerse, por tanto, para ellos no existe el tiempo. Así que un fotón que se desplaza de un punto A á un punto B, lo hace, desde su punto de vista, en un tiempo cero, lo que significa que, en cierto sentido, para el fotón, ¡los dos puntos no están separados!
[3] Es como si quisiéramos mantener un avión volando permanentemente. Habría que suministrarle energía (combustible) en pleno vuelo de forma continuada.
[4] .- Realmente, el sonido, como tal, no existe. Es la interpretación que el complejo sistema oído-cerebro hace de las presiones que las ondas de aire ejercen en el tímpano.
[5] .-Ni la placenta pertenece al cuerpo de la madre, ya que la placenta y otros órganos anexos al embrión se forman con la información genética que las dos células germinales, espermatozoide y óvulo, aportan en el acto de la singamia (unión de ambas células germinales).
[6] Ovocito.- óvulo inmaduro.
[7]Blastocisto.- Producto de la concepción, que comienza al cuarto día de la fecundación y dura aproximadamente dos semanas.
[8] Singamia .- Unión de los gametos masculino y femenino.
[9] Ontología.- Parte de la Metafísica que trata del ser en general y de sus propiedades transcendentales.
[10] Cigoto.- Célula resultante de la unión del gameto masculino con el femenino (singamia) en la reproducción.
[11] Antepasado
[12] Es como aceptar que la génesis de las especies tiene implícita la tendencia de aprovechar al máximo las posibilidades de seleccionar la información y la energía idóneas para que los seres vivos en su proceso evolutivo faciliten la posibilidad de llegar con el tiempo al surgimiento de seres susceptibles de convertirse en humanos pensantes. Como dice Francisco J. Ayala en su libro Darwin y el Diseño Inteligente (pag. 85), “... la evolución no está gobernada por mutaciones fortuitas. Más bien hay un proceso natural (es decir una selección natural) que no es aleatoria, sino orientada y capaz de generar orden y “crear”. Los rasgos que los organismos adquieren en sus historias evolutivas no son fortuitos, sino que están determinados por su actividad funcional para los organismos, diseñados (el subrayado es mío), por así decirlo, para servir a sus necesidades vitales.
[13] Teismo; doctrina que llevada por el argumento de la ley moral, cree en un Dios que no sólo haya puesto el universo en movimiento, sino que tenga un interés por los seres humanos. Los deistas, como Einstein, ven a Dios como el que comenzó todo el proceso, pero que después dejó de preocuparse por los desarrollos posteriores.
[14] Antepasado remoto
[15] El estrecho de Bering, entre Norteamérica y Asia tiene muy poca profundidad, ente 30 y 50 metros. Durante la glaciación de Würm, que duró desde hace 140.000 años hasta hace 10.000, se redujo tanto el nivel de las aguas que el estrecho de Bering se transformó en un istmo, y es por donde los caballos (incluso los humanos) podían pasar de Norteamérica a Asia. Al igual que sucedió en el Archipiélado Indonesio, donde gran parte de su islas quedaron unidas. Entre otras, Sumatra y Jaba, así como Australia y Nueva Guinea formando una gran masa de tierra denominada “Gran Australia”, lo que facilitó el paso de los homínidos entre islas.
[16] Como nota a este tema sobre la evolución del caballo, diré que el asno no tiene relación alguna con el caballo. El asno doméstico actual se originó a partir del asno africano salvaje, que junto con el asiático tienen una historia evolutiva específica.
[17] Simbólico; poder para expresarse por medio de símbolos; la escritura, por ejemplo.
[18] Sharia: tratar todos los problemas jurídicos y sociales de acuerdo con el Corán.
[19] Sura: ley del Corán.
[20] Fatwa: norma de conducta obligada por los musulmanes.

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