miércoles, 13 de octubre de 2010

ADONDE VAMOS






Con el último escrito REFLEXIONES FINALES, termino el conjunto de temas que he titulado MATERIA Y VIDA, y que podríamos resumir como un compendio de donde venimos. También podríamos preguntarnos adonde vamos: la muerte es el fin o hay vida después de la muerte.

La mayoría de las civilizaciones, desde las más antiguas, han sentido esta misma inquietud, que propició la aparición de hombres que fueron poderosos forjadores de un espiritualismo evolutivo y trascendente. Todos ellos recibieron como un mandato divino para predicar y extender estos principios sobre la inmortalidad del alma y que dieron origen a las distintas religiones. Mencionaré alguno de los más significados.


1.- Rama
El primer gran iniciado surge en el pueblo ario hace cuatro o cinco mil años antes de nuestra era. En aquellos tiempos, en centro Europa, el hombre que habitaba los bosques ya no era el hombre de las cavernas; la civilización ya había comenzado. Entre los sacerdotes de este pueblo, los druidas, se encontraba un hombre joven llamado Ram, cuyo alma reconcentrada y espíritu profundo se rebelaban contra los sacrificios humanos de su pueblo.

Ram o Rama tuvo un sueño que fue el origen de un culto nuevo, que al propagarse logró, después de grandes esfuerzos, que el pueblo druida abandonara dicho culto sanguinario e hizo que su nueva doctrina se extendiera por todo el oriente hasta las puertas del Himalaya.

La religión védica admite la inmortalidad del alma y sus reencarnaciones sucesivas. Religión que desempeñará un papel principal en el brahmanismo
[1], el budismo, entre los egipcios y los órficos, en la filosofía de Pitágoras y Platón Los vedas, además, admiraban la maravillosa coordinación de los fenómenos de la Naturaleza.

2.- Krishna
Krishna fue el verdadero creador de la religión nacional india. Además ese poderoso genio trajo al mundo una nueva idea, la del verbo divino o de la divinidad encarnada. Es como el primer Mesías. El primer hijo de Dios encarnado fue Krishna. Historia o leyenda, hacia el año 3000 ante de nuestra era nació, de una madre virgen, Krishna, engendrado por la divinidad.

La vida de Krishna, como su muerte, son muy similares a la de Cristo. Ël mismo se sentía hijo de Dios, y en sus predicaciones enseñaba que el dueño del universo se había encarnado ya más de una vez entre los hombres y que volvería a encarnarse.

Su religión cree en la reencarnación de las almas como la de Rama. Hay otros grandes iniciados que admiten la reencarnación, como hemos señalado al final del escrito sobre Rama, hasta que aparece Moisés..


3.-Moisés
Moisés, iniciado egipcio y sacerdote de Osiris, fue el primer organizador del monoteísmo. Su nombre de nacimiento fue Hosarsiph y era hijo ¿adoptivo o natural? ¡jamás se supo! De la princesa real hermana de Ramsés II (1304 1232 A.C.).

Desde joven sentía una profunda inclinación por los temas transcendentes. Su madre, a la que estaba muy unido, como princesa real soñaba para su hijo lo mejor: el trono de los faraones, lo que preocupaba a Ramsés. Un día, Hosarsiph, ya mayor, dijo a su madre que iba a penetrar en los misterios de Isis y Osiris. – Si tal haces, le dijo su madre, ya no te veré durante mucho tiempo. En nombre de Osiris, ¿Quién eres y que vas ha hacer? – le preguntó su madre.

- ¿Lo se yo mismo? Sólo Osiris lo sabe. Pero dame tu bendición a fin de que Isis me proteja. – Hosarsiph se arrodilló y recibió la bendición de su madre. Ella, comprendiendo que el pensamiento de su hijo nunca le llegaría a conocer, se alejó musitando una plegaria. Hosarsiph pasó fácilmente por la iniciación de Isis y salió formado como sacerdote de Osiris.

Ramsés, que aumentaba su desconfianza hacia Hosarsiph por si aspirase al trono, a expensas de su hijo poco formado, nombró a Hosarsiph escriba sagrado del templo de Osiris y así le alejaba del trono, al tener que viajar como inspector de los distintos nomos (provincias).

En estos viajes comprobó como los hebreos, tributarios de Egipto, estaban sometidos a duros trabajos, Hosarsiph no pudo escapar a una secreta simpatía por esos intratables, cuyos ancianos, fieles a la tradición de Abraham, adoraban al Dios único. Ver el continuo trato infrahumano que recibían hizo brotar en él un deseo irresistible de sacar a ese pueblo de la esclavitud, la idea de esta misión pasó ante sus ojos: amasar con esas tribus movedizas un pueblo de combate que representara la ley del Dios supremo en medio de la idolatría de los cultos existentes.

A partir de este momento, para señalar la nueva era que comenzaba en su vida, Hosarsiph tomó el nombre de Moisés, que significa el “salvado”. Moisés se casó con Séfora, la hija de Jetro y durante varios años vivió al lado del sabio en Madián. Moisés inició su gran obra a partir del comienzo del éxodo, después de la visión que tuvo en el monte Sinaí. La acción de Moisés fue la más colosal obra después del éxodo prehistórico de los arios, los antecesores de la gran familia indoeuropea.

4.- Jesús






Es imposible terminar la descripción de los grandes iniciados más relevantes sin mencionar a Jesús. Jesús fue como el Maestro de los maestros, el más grande de los iniciados, y de todos conocida su obra, por lo que no me extenderé más en su vida. Sólo recordar que las religiones judaica, cristiana y mahometana no creen en la reencarnación de las almas, su doctrina sólo admite la existencia de un alma personal.

5.- Reencarnación de las almas
Los principios esenciales de la doctrina de la reencarnación pueden formularse como sigue: El espíritu es la única realidad. La materia no es más que una expresión inferior, cambiante y efímera. La creación es eterna como la vida. El hombre es por su constitución espíritu y cuerpo. El alma evoluciona a través de su cadena de existencias. El alma es inmortal, su desarrollo tiene efecto sobre un plano alternativamente descendente y ascendente, merced a existencias alternativamente corporales y espirituales. La reencarnación es la ley de la evolución del alma. Cuando llega a la perfección, después de reencarnaciones corporales sucesivas, escapa de ellas y retorna al Espíritu puro, a Dios, en la plenitud de su conciencia. Así como el alma se eleva sobre la ley de la lucha por la vida cuando toma conciencia de su humanidad, de la misma manera se eleva sobre la ley de la reencarnación cuando toma conciencia de su divinidad.

Decimos más arriba que el alma es inmortal, pero como alma que a través de reencarnaciones sucesivas llega a la perfección para retornar al Espíritu puro. Ese alma que ha pasado por varias reencarnaciones para llegar al Espíritu puro no es el alma individual de una persona, puesto que ha pasado por varias alternativas corporales para perfeccionarse. Mi alma personal será la que nos señalan las religiones hebrea, cristiana y mahometana, que caracteriza a cada ser. y su perfeccionamiento depende del comportamiento individual de cada uno, alma que es la componente espiritual del cuerpo, capaz de salvarse o condenarse según el comportamiento de la persona.

6.- ¿El alma existe?

Aun reconociendo la obra de los grandes iniciados, es difícil, en un universo como el nuestro, donde todo lo creado a partir del big bang es materia, admitir la componente espiritual del hombre, su componente material sabemos como se crea, de la distribución de sus órganos y de la función de cada uno de ellos. Un conjunto armonioso que funciona a la perfección. De la componente espiritual ¿qué sabemos? ¿dónde se crea? ¿cuándo dónde y cómo se instala en el cuerpo? ¿qué función tiene? Preguntas que tienen difícil respuesta. Debo añadir que la Naturaleza ha creado una partícula, posiblemente la más esencial para la vida: el fotón. que, como sabemos, tiene consistencia inmaterial. Pártícula para la que, por su inmaterialidad, el tiempo no existe. Sin embargo, para que el fotón cumpla con la función que tiene encomendada en nuestro mundo material, debe comportarse como si tuviera una pseudo masa, manifestada en forma de energía.

En el tema La vida II , nos referimos al cerebro. Allí hablamos de la dualidad mente - cerebro, donde hay opiniones muy diversas sobre si la mente tiene consistencia inmaterial o es un producto de la acción neuronal del cerebro. Al final de dicho tema manifiesto lo siguiente: “Pero volviendo al dualismo mente –cerebro, diré que me cuesta mucho creer lo que dice Eccles – que en cada actuación mente - cerebro es como si interviniera el yo consciente de un alma inmaterial –, y digo esto, porque al meditar sobre los procesos de demencia senil causados por enfermedades neurodegenerativas, se observa como esa mente inmaterial parece resultar también afectada por ese síndrome, ¿cómo ello es posible si es inmaterial? ”. O como dice Damasio A. En su libro El error de Descartes (2001) “... me gustaría saber como el cerebro se mete en el asunto de producir la mente, pero no puedo, y, siento decirlo, nadie puede”.



Aquí se podría agregar lo que dice sobre ¿que es el hombre? Paul Davies al final de su libro La mente de Dios (2006) "El tema central explorado en este libro ha sido que, a través de la ciencia, los seres humanos somos capaces de captar, al menos, algunos de los secretos de la Naturaleza. hemos desvelado parte del código cósmico. Por qué esto ha sido posible, porque simplemente el Homo sapiens posee esa chispa de racionalidad que le da la clave del universo; es un profundo enigma. Nosotros que somos hijos del universo -polvo estelar animado- podemos reflejar, no obstante, la Naturaleza de ese mismo universo, hasta el punto incluso de vislumbrar las reglas que lo rigen. como hemos sido vinculados a esta dimensión cósmica es un misterio.Pero el vínculo no se puede negar".




"¿Qué significa todo esto? ¿qué es el hombre para haber sido hecho partícipe de tal privilegio? No puedo creer que nuestra existencia en el universo sea un mero capricho del destino, un destello fortuito en el gran drama cósmico. nuestra implicación es demasiado íntima. la especie humana puede carecer de relevancia pero la existencia de la mente constituye un hecho de significación fundamental. Esto no puede ser un detalle trivial, ni un subproducto secundario de fuerzas ciegas, desprovisto de propósito. Es ciertamente un hecho significativo que estemos aquí".



A lo anterior habría que agregar algo que puede llevarnos a la justificación de que la mente es espiritual. En el escrito Materia y Vida hemos señalado la materialidad de todo lo creado en el universo a partir del Big Bang y, además, que en este universo material sólo existen cuatro fuerzas.



Fuerza de gravedad. Fuerza electromagnética. Fuerza nuclear débil y Fuerza nuclear fuerte.



Cada fuerza da lugar a una determinada interacción, y está demostrado que cada interacción es debida al intercambio de partículas intermediarias (partículas de fuerza). También hemos dicho, en el tema La vida II que según Sir Neville Mott, premio Nobel de Fïsica en 1977, la conciencia será siempre inexplicable por la ciencia y, agrega, ni la ciencia ni la Psicología podrán explicar nunca la conciencia humana, que está dentro del dualismo mente-cerebro y que se manifiesta con una consistencia inmaterial. Por otra parte, yo afirmo que esa cosistencia inmaterial se pone de manifiesto al comprobar como, en esa relación mente-cerebro, no interviene ninguna de las cuatro fuerzas matriales que henos analizado, únicas cuatro fuerzas materiales existentes en la Naturaleza. Que mejor prueba de que el hombre tiene en su estructura una componente espiritual, al comprobar que no interveniene ninguna fuerza material en las relaciones mente -cerebro.






7.- Adonde vamos
Hemos observado como los grandes iniciados fueron poderosos forjadores de espíritus, formidables despertadores de almas y saludables organizadores de sociedades. Viviendo únicamente para su idea y siempre dispuestos a morir por ella.

¿Y qué está por producir el positivismo, el escepticismo y el relativismo de nuestros días? Una sociedad estéril, sin ideal, y sin luz que la guíe. Una juventud que dirigida por un adoctrinamiento educacional laicista, hace que gran parte de esta juventud se haya inclinado por eso que sus nuevos maestros llaman progresismo. Lo que ellos adornan con este vocablo no es más que la apología de los bajos instintos y el fango del vicio, recientemente culminado con la cultura del botellón.

En la actualidad se precisan espíritus, que como el de los grandes iniciados, estén convencidos de un ideal que nos lleve a alcanzar un destino en lo universal, tanto en lo natural como en lo nacional.

Con dirigentes como los actuales que tienen como fin primordial la desintegración de todo; la nación, la sociedad, la marginación de la religión cristiana acompañada del auge del islamismo, donde la democracia se ha sustituido por una partitocracia que genera una política continuada del pelotazo y del nepotismo (Favoritismo para con los parientes o protegidos), nada sublime se puede alcanzar. Todo es reflejo de una sociedad conformista con ausencia de grandes líderes.

[1] El brahmanismo, religión derivada de la védica, se transformó hacia los siglos X – VIII A.C. en la religión india. Lentamente, el brahmanismo fue transformándose en el hinduismo.













BIBLIOGRAFÍA












Schuré E (1987) Los grandes iniciados (Fernando Morente Trad.) Buenos Aires: Ediciones Lidiun.

martes, 7 de septiembre de 2010

REFLEXIONES FINALES



Nunca aceptaré que el universo está gobernado por el azar: Einstein




1.- Reflexiones sobre la vida.
Cada vez que leo los escritos anteriores relacionados con la vida, me hacen meditar profundamente sobre su contenido, lo que me ha llevado a escribir estas reflexiones finales.

Cuando un ingeniero, un arquitecto o cualquier otro artífice idea un proyecto, para su consecución utiliza materiales diversos que, previa preparación, y de acuerdo con su diseño, son ensamblados o modelados, por otros operarios, para realizar el proyecto planificado. Materiales que se encuentran a su alcance gracias a las acciones de la Naturaleza. Incluso el químico que prepara compuestos a partir de reacciones entre elementos distintos, tiene que utilizar aquello que la Naturaleza ha puesto a su disposición. Pero, además, incluso los propios artífices son obra de la Naturaleza. Para adquirir conciencia de que forma más distinta actúa la Naturaleza para desarrollar sus proyectos, relataremos como ella crea un ser humano: Realizado el acto de la singamia
[1], se inician una serie de acontecimientos fisiológicos, ordenados y armonizados entre si de modo magistral y perfectamente controlados, hasta completar el ciclo vital de un organismo (que pudo ser uno de nuestros artífices), y todo a partir de la información contenida en los gametos, información que no sólo contiene los planos del proyecto sino también la información de la mano de obra precisa para su ejecución. Es como si el proyecto se realizara a si mismo, y sin mano de obra apreciable. ¡Es la Vida ¡

A diferencia de los humanos, la Naturaleza, antes de iniciar un proyecto, crea primero lo necesario para realizar su obra y para su mantenimiento. Por ejemplo, en el principio, no disponía de materiales, tuvo que crear los elementos básicos para después utilizarlos en todas sus realizaciones.

Pero, lo curioso, es que estos elementos, que en principio crea, son media docena de partículas básicas, con las que forma toda la materia del Universo: ¡qué simplicidad! Partículas que, por otra parte, deben poseer unas cualidades muy específicas para que sus posteriores reacciones entre ellas puedan dar lugar a la diversidad de compuestos que permitan la realización de ese proyecto.

Pero, además de esas partículas básicas, la Naturaleza instituyó unas leyes que rigen sus reacciones mutuas, leyes que la Naturaleza jamás infringe. Leyes, pienso, que son las justas y precisas para la consecución de los fines por ella previstos, lo que nos hace imaginar que todo en la Naturaleza se hace para alcanzar un fin.

¿Alguien, que no sea la Naturaleza, podría haber realizado la obra que ella ha logrado y en apariencia de la nada?, y, además, de una forma tan simple y altamente eficiente, y lo más sorprendente, sin mano de obra apreciable. Hay quien habla del azar y la necesidad en este comportamiento de la Naturaleza. Me pregunto si las decisiones de los ingenieros, arquitectos, físicos, etc, no tan complejas como las de la Naturaleza, serán meditadas o también producto del azar. El azar interviene en algunos aspectos relacionados con la vida pero en la selección sólo influye sobre aquello que el azar, casualmente, le pueda afectar. No hay duda que el azar puede haber jugado un papel importante en la evolución, pero sólo en el proceso evolutivo, no en el creativo. Lo mejor es verlo en un ejemplo: cuando un químico maneja in vitro una molécula muy compleja, él podrá decirnos, por ejemplo, que un minuto después de empezada una reacción habrán reaccionado la mitad de las moléculas, pero lo que no puede predecir es si una molécula determinada, suponiendo que pueda seguir su curso, estará entre las que han reaccionado, porque esto si es una cuestión de azar.

A continuación cito algunas realizaciones de la Naturaleza y me pregunto: ¿habrán surgido por azar?

1.- La elección de sólo 20 aminoácidos para formar las proteínas de entre los miles de ellos que existen en la Naturaleza.
2.- La creación de la fuerza de gravitación y de la electromagnetica con la diferencia de valores tan considerable que tienen; los apropiados para que pueda estar aquí escribiendo sobre estos temas
3.- El diseño del ingenioso y eficiente proceso químico conocido como el ciclo de Krebs, que completa la complicada acción de oxidación de la glucosa que tiene lugar con la respiración.

Esta relación se podría hacer interminable, pero, si profundizamos más, parece poco probable que la selección de los cuatro nucleótidos del ADN y su ensamble junto con los demás componentes químicos para formar la secuencia precisa del genoma humano, o de cualquier otro ser, haya tenido lugar por azar. O que el ser humano haya podido evolucionar a partir de una bacteria por mutaciones aleatorias, y todo ello sin mencionar el complicado proceso de lectura del ADN para formar cada proteína específica de acuerdo con las necesidades de cada momento. ¿Estaba todo previsto desde el principio?

Como ya he repetido en otras ocasiones, la pregunta que me hago siempre es la misma: ¿qué es la Naturaleza? Laplace dijo que la Naturaleza es la obra de la “Inteligencia absoluta”. Esa Inteligencia, inmaterial y solo conocible por su obra, a la que Laplace aplica la adjetivación de absoluta, o lo que es lo mismo; con existencia independientemente de toda condición, sin proceder de otra cosa y sin limitaciones, en mi opinión, es la adjetivación justa, por no tener comparación con ninguna otra, ya que si citamos alguna conocida como superior, por ejemplo, la inteligencia humana (obra cumbre de la evolución), como sabemos, es limitada y efímera, a pesar de sus muchas creaciones.

Curiosamente, la mayoría de los científicos que tienen relación con temas del universo, al tratar de su origen y referirse a si fue o no creado por Dios, por su preparación científica, al no tener pruebas convincentes en uno ni en otro sentido, por lo regular lo dejan en interrogante. Interrogantes como: ¿Es necesario un Creador? Y si es así, ¿Que efecto tiene el Creador sobre el universo? ¿Y quién lo creó a Él?

Mi humilde opinión sobre esto es que Dios, ese Dios de Laplace, no el dios que crea como el mago que saca un conejo de una chistera, por su condición espiritual, queda fuera del espacio-tiempo donde sólo evolucionan las entidades físicas. Dios ha existido, existe y existirá siempre, y, por esa condición espiritual, lo llena todo sin ocupar espacio alguno
[2]. En el origen, lo que se conoce como el big bang, Dios, nunca sabremos por que, en un acto de libre voluntad, trajo a la existencia material el universo, hizo de lo meramente posible lo realmente existente, como dijo Hawking, y, con él, instituyó las leyes que este universo debe cumplir. Algo nuevo, y, para nosotros, no comprensible, que permitiría, con el tiempo, alcanzar la existencia de estructuras tan complicadas como los seres humanos; seres únicos, ¿creados a su imagen?, con capacidad de investigar las leyes fisicomatemáticas que gobiernan el universo e interrogarse acerca de la existencia del mismo Dios.

¿Podemos pensar, aunque esto nos lleve al principio antrópico, que este último y especialísimo paso de la evolución de los mamíferos tenía que suceder para que el universo se iluminase con la luz de la conciencia, mientras que si esto no hubiese sucedido el universo habría sido una presentación sin espectadores, habría existido para nadie contemplativo y, por lo tanto, como si no existiera?

¿Es esta la forma como el Creador se recrea en su obra; a través de nuestra percepción? ¿Es una prueba de que somos el fin último de la creación? ¿Es como Dios se nos da a conocer de forma irrefutable?; por su obra. Recordemos aquello de “por sus obras los conoceréis”.

Y ahora, algo sobre el destino. Lawrence Krauss, al hablar en su libro Historia de un átomo sobre este tema, dice: “La Naturaleza no es buena ni mala. Tampoco se preocupa por la vida individual, ni siquiera por civilizaciones enteras. La vida es sencillamente cuestión de estar en el sitio adecuado en el momento adecuado e, igualmente, la muerte tiende a ser cuestión de estar en el lugar equivocado en el momento equivocado. Podemos preguntarnos si esto es resultado del azar o de la predestinación, pero no lo veo mucho sentido”. Y, yo, agrego; en el Universo que observo veo la grandeza de la Creación, incluso veo en su obra como un fin previsto, fin que se va alcanzando a través de la evolución. Si el fin fue la aparición del hombre, como es presumible, este ser, el hombre, dentro de la Naturaleza, no es una excepción, es un producto más del proceso evolutivo que no escapa a todos los avatares que la vida lleva consigo, como el resto de los seres vivos que existen y le precedieron, por lo que nunca he comprendido la pregunta que reiteradamente se hace la humanidad, sólo cuando se produce una catástrofe que afecta al ser humano: ¿por qué Dios consiente...?



Como final de este tema, me voy a referir a lo que para mi es el gran misterio, y que ya he mencionado en otro momento.

El universo surgió del big bang hace entre 15.000 a 20.000 millones de años. Pero ¿qué universo nació? Un universo que, como hemos visto, necesitó de tiempo (mucho tiempo) para sus realizaciones. Tuvieron que transcurrir más de 300.000 años, desde su origen, para que el universo, en vertiginosa expansión, se hiciera transparente a la luz. Tuvo que seguir expandiéndose hasta que su temperatura descendiera de los 3500 grados para que los electrones libres pudieran asociarse a los núcleos de hidrógeno y helio, para formar átomos de estos elementos, cuyas moléculas eran el único contenido material del universo en aquel momento, moléculas que, con el tiempo, fueron formando inmensas nebulosas. Estos fueron, el hidrógeno y el helio, los dos únicos elementos, creados en la cocina nuclear del big bang, que, en aquellos momentos, llenaban el universo en la proporción de un 70% y un 30%, respectivamente.

Con estos dos únicos elementos materiales, hidrógeno y helio, y con el paso del tiempo (muchos miles de millones de años), de las nebulosas se fueron formando las incontables galaxias y estrellas que llenan el cosmos. Con posterioridad, en los núcleos incandescentes de esas estrellas es donde se fraguaron los elementos más pesados que los originales hidrógeno y helio.

El universo, siguió expandiéndose con su proceso evolutivo conocido como evolución geogenésica (de la materia), hasta que transcurridos miles de millones de años (más de 9.000 millones), en un insignificante planeta, la Tierra (¿sólo en la Tierra?), formada de los restos de la explosión de una estrella gigante, una supernova, y situada en los extremos de una irrelevante galaxia (la Vía Láctea), se produjo un fenómeno muy especial por sus consecuencias posteriores; ¡surgió la vida!

Para que la vida surgiera, La Naturaleza tuvo que actuar como si transgrediera una de las leyes fundamentales de la física. Me refiero a la tendencia natural de todo lo que existe en el universo a acercarse al estado caótico (aumento de la entropía) La vida, por el contrario, desde su aparición, parece ser una excepción en el cumplimiento de este principio. La vida parece ser el comportamiento ordenado y reglamentado de la materia. El organismo vivo evita la rápida degradación y, por ello, es por lo que se nos antoja enigmático su comportamiento. ¿Cómo evita la degradación? Con la entropía negativa (energía) que reciben a través de los alimentos los animales y a través de la fotosíntesis las plantas, que compensan, así, la entropía positiva producida por los organismos durante su vida
[3]. Hasta que la vida apareció, la evolución en todo el universo era un proceso de evolución geogenésico, a partir de ese instante, en nuestro planeta se inicia, a la vez, un proceso de evolución biogenésico. Este nuevo comportamiento del proceso evolutivo ¿estaba previsto en el plan del Creador para que surgiera la humanidad?

Esto, para mi, es el gran misterio: el proceso más singular que ha realizado la Naturaleza. Si los organismos vivos están constituidos por moléculas sin vida, ¿cómo estas moléculas pudieron aprender el truco de la vida; cual es, extraer energía del entorno y emplearla para hacer copias de si mismas? ¿Qué es lo que hace que un sistema físico se convierta en un ser vivo?

Pero además, si analizamos con detenimiento el comportamiento de los seres vivos, también son una excepción respecto a la naturaleza inanimada. Un ser vivo no debe nada, o casi nada, a la acción de las fuerzas exteriores, y, en cambio, lo debe todo, desde la forma general al menor detalle, a interacciones morfogenéticas internas al mismo objeto. Esto le da una libertad casi total con respecto a los agentes o a las condiciones externas, capaces, seguramente, de trastornar ese desarrollo, pero incapaces de dirigirlo o de imponer al objeto viviente su íntima organización.

Si la vida brotó de lo no viviente, ¿como con los avances de la ciencia no es posible hallar las condiciones experimentales bajo las que una simple cadena de ADN o ARN u otro polímero similar pudieran ser capturados, in fraganti, reproduciéndose a si mismos? El hecho es que después de más de cuarenta años de investigaciones llevadas a cabo por eminentes bioquímicos a la fecha de hoy, no se ha podido obtener este polímero autorreproductor, por lo que el núcleo mismo de la vida permanece aun envuelto en misterio Por otra parte, está el misterio de la emergencia, durante la evolución, de nuevas funcionalidades en los seres vivos, donde antes no existían: vista, oído, capacidad de volar, lenguaje... ¿De donde proviene esta novedad? ¿Podrían establecerse estas capacidades en seres sin conocer su existencia, sólo a través de la evolución y su posterior selección natural? ¿Cómo puede surgir la capacidad de oír, por ejemplo, en un ser que no sabe si existen sonidos
[4]? ¿Por necesidad? Esta capacidad, como todas las demás, sólo tienen posibilidad de emerger en un ser si están incluidas en ese código, universal a todos los organismos, que conocemos como código genético (ADN), cuya información, para aplicarse, tiene que ser traducida de la secuencia de nucleótidos a la de aminoácidos. Pero este mecanismo de traducción es estrictamente irreversible, la información jamás puede ser transmitida en sentido inverso. ¿Cómo, pues, puede llegar la información para desarrollar el sentido del oído al ADN de un animal que carece de él? ¿Por una simple mutación aleatoria?

Al llegar a este último tema, voy a transcribir algo que estimo que tiene relación con ello. Douglas R. Hofstadter, en su libro Yo soy un extraño bucle, en el apartado “El yo de un mosquito” dice: “¿Cuál es la naturaleza de la interioridad de un mosquito? ¿Qué sentido del “yo” posee? ¿Tiene un mosquito una imagen visual de su propio aspecto y de si tiene ojos y trompa, de estar hambriento, feliz o triste? . . . Lo siento, pero me parece un disparate todo esto. En cambio, si puedo imaginar fácilmente las señales que el ojo del mosquito envía a su cerebro, las que hacen que otras señales viajen hacia las alas y originen un acto reflejo para huir de la amenaza que tiene delante. ¿Tiene un mosquito una remota percepción de si mismo como ente móvil en medio de un vasto mundo?” A esto yo pregunto, relacionado con lo último sobre la percepción de sonidos. ¿Podría un mosquito sentir la necesidad de oír en el supuesto de que no dispusiera de esta capacidad, y, para adquirirla, ¿qué posibilidades hay para que en su ADN se desarrollen los genes con la información precisa?, Porque si el mosquito no puede sentir esta necesidad, ¿qué fuerzas evolutivas de la Naturaleza (¿sólo por azar?) podrían iniciar en esta especie animal una evolución genética dirigida a dotar a su ADN de los genes necesarios para posibilitar la emergencia, en generaciones posteriores, de un complicado sistema auditivo?



2.- Reflexiones sobre el aborto provocado.

“¡Déjale que nazca; es el mejor regalo que puede recibir un ser”. Con esta frase del Papa Juan Pablo II doy comienzo al tema. Antes quiero destacar algunos datos que considero interesantes. Los humanos somos la obra cumbre de la Evolución. Como dice Teilhard de Chardin en su libro El fenómeno humano, ”quiérase o no, la Evolución ha constituido una ascensión hacia la Conciencia La evolución hizo posible que, un día, emergiera el hombre, por encima de la animalidad, con el primer rayo del pensamiento que le ha permitido, juzgar, criticar y hasta negar la gran obra de la Evolución...” Lo que no dijo Teilhard es que el único animal que, por ley, permite el aborto, es aquel que la Evolución le posibilitó emerger de la animalidad. Este ser que promulgó los Derechos Humanos, entre los que destaca como esencial el derecho a la vida, también establece leyes que permiten la interrupción del proceso de gestación de un ser humano, con el pretexto de que la madre es dueña de su cuerpo y, por tanto, de la vida del feto que se está gestando en su vientre, como si el feto integrara el cuerpo de la madre. El cuerpo de la madre es el mismo que era antes de la gestación, durante el embarazo y después del alumbramiento, ese sería el cuerpo del que puede arrogarse ser dueña la madre, pero no el del ser que se está desarrollando en sus entrañas, que no integra ese cuerpo, el feto no es una víscera del cuerpo de la madre es una entidad con vida propia, aunque precise una dependencia del cuerpo de la madre, no genética, para poder completar su desarrollo embrionario, como pretendo explicar a continuación.

Si observamos los animales superiores, encontramos entre ellos dos formas de reproducción diferentes; los ovíparos y los vivíparos. En el caso de los ovíparos, los que ponen huevos dentro de los cuales se desarrollan los embriones, no hay duda, el cuerpo del nuevo ser creado no tiene relación ninguna con el cuerpo de la madre.

La distinción entre ovíparos y vivíparos no es fundamental, puesto que el animal vivíparo también proviene de un huevo, si bien, el embrión se desarrolla dentro del vientre materno, en el útero, donde tiene lugar el proceso de gestación (¿por qué este cambio tan drástico de la Naturaleza? Como todo en la Naturaleza tiene que tener su por qué). Durante este proceso de gestación, distinto en el tiempo para cada especie de mamífero, (donde los humanos somos uno más del grupo), el feto tiene total separación del cuerpo de la madre. Durante el citado periodo de gestación, necesario para que el feto alcance su desarrollo completo (si su proceso vital no es interrumpido por un acto abortivo), ni la sangre de la madre se mezcla con la del hijo. Sólo a través del cordón umbilical recibe el feto el riego sanguíneo, a través de la envoltura fetal conocida como placenta
[5], con el oxígeno y los alimentos disueltos en ese riego sanguíneo, y, del feto, se devuelve a la placenta bióxido de carbono que, a su vez, retorna, a través del cordón umbilical, al riego sanguíneo de la madre para ser expulsado al exterior. Como se ve, podemos decir que hay una separación entre el riego sanguíneo del feto y el de la madre, aunque09el feto necesite de la interacción con la madre (de la que hablaremos más adelante) para su desarrollo. ¿Donde está, pues, la pertenencia del feto al cuerpo de la madre? Después del nacimiento del feto, las envolturas fetales, como no forman parte del cuerpo de la madre, entre las que se encuentran la placenta, se expulsan al exterior, quedando el cuerpo de la madre con su contenido, el mismo que tenía antes de la gestación.

Es verdad que, como hemos indicado, hay cierta dependencia para el desarrollo del embrión respecto de la madre, pero esta no es genética, ningún gen de la madre es añadido a los que ya tiene el embrión en formación. Esta dependencia se pone de manifiesto por la necesidad que tiene el feto de algunos factores que deben ser suministrados por el tejido maternal para facilitar su desarrollo, por ejemplo, el embrión no puede desarrollarse sin la formación de la placenta, dado que ésta establece conexiones funcionales que son críticas para que el preembrión sobreviva y posteriormente se desarrolle. Lo que esta evidencia científica refleja es la entidad del carácter relacional por la que un ser naciente, y nos estamos refiriendo a las especies de animales superiores, nunca puede estar completamente aislado por si mismo (como también le sucede al huevo de los ovíparos si queremos que de él nazca un nuevo ser). Esta relación fisiológica que existe durante el desarrollo embrionario con la madre, tiene cierto paralelo con la relación que perdura durante el periodo de lactancia y, a través de la comunicación madre e hijo, en la niñez.

Como ampliación y complemento a lo anterior, vamos a escribir algo relacionado con el proceso de fecundación. La fecundación se inicia con la unión del espermatozoide y el óvulo. Cuando un espermatozoide se adhiere a la membrana más externa del óvulo, que es una cubierta llamada zona pelúcida y que contiene receptores específicos capaces de aceptar espermatozoides o rechazar a los que no pertenecen a la misma especie, se produce lo que se conoce como reacción acrosómica, que consiste en que el espermatozoide descarga su contenido acrosonal sobre la membrana pelúcida para hacer posible su penetración en el ovocito
[6]. Tan pronto como un espermatozoide penetra en el ovocito, se producen unas modificaciones estructurales en la membrana pelúcida que impiden la penetración de otros espermatozoides. Más tarde, se forman los pronúcleos masculino y femenino, en la periferia del ovocito, los que luego migran hacia el centro donde se unen (duplicación) para formar(el DNA) lo que se conoce como el blastocisto[7] con los cromosomas que aportan el espermatozoide y el óvulo.

Este proceso de duplicación, que ha puesto así fin a la primera fase del proceso de la fecundación y que tan sólo se demoró 12 horas desde el primer contacto físico entre el óvulo y el espermatozoide, es bastante complejo y aun no es conocido en su totalidad. Como se desprende de la descripción anterior, la célula en estado de pronúcleos no contiene aun una identidad propia, es la suma de dos identidades parciales, la del espermatozoide que no ha cambiado desde que salió del testículo y la del óvulo. Ambos gametos, dotados de sus respectivas identidades genéticas, deben morir como tales para dar origen a un todo, nuevo y completo, que tiene la potencia de convertirse en un hombre o en una mujer.

En el blastocisto, la totalidad de las células contienen exactamente la misma información genética, sin embargo, y mediado por el mero azar, las células que se ubican en el centro de la masa celular, y que no representan más de un 7 a un 10% del total, constituirán un futuro embrión, el 90% restante tendrá como única función el formar la placenta y otros órganos anexos. Durante las dos primeras semanas en que el embrión está en estado de blastocisto anidado en el útero, y mientras se termina de formar la placenta, recibe nutrientes de las secreciones uterinas. Parece entonces razonable establecer que si bien la “individualidad genética” se establece con la singamia
[8], la “individualidad ontológica[9]” no se establece hasta el día 15 del desarrollo del cigoto[10]

Diremos, pues, que una vez completada la fecundación entre dos células haploides para dar origen a una célula diploide (cigoto), se da origen a un nuevo individuo. Esta célula, altamente compleja y centralmente organizada, está dotada de su propia individualidad genética y ontológica, que permanecerá invariable a lo largo de todo su desarrollo. Todo lo que requiere este nuevo individuo para desarrollar su proceso vital es ir expresando la información que ya está contenida en su genoma; único e incambiable. Visto así, no parece haber dudas de que el individuo humano, en potencia, se inicia con el cigoto, una vez completada la fecundación, Sin embargo, esta opinión es refutada desde algunas perspectivas. Lo difícil, y principalmente desde el punto de vista social, es constatar desde que etapa del desarrollo celular se está frente a un individuo nuevo merecedor del respeto y de ser protegido como el total de las personas nacidas. Para un embrión (persona en potencia) no existen leyes aceptadas universalmente a este respecto, el aborto legal es una expresión de ello. Lo que rige son principios flexibles en que prima el respeto a las divergencias , la mayoría de ellas en perjuicio de la vida del indefenso embrión (¿cual sería el resultado de estas divergencias si el embrión pudiera ser consultado?).

Por último voy a agregar, dejando aparte los científicos que afirman que el individuo humano se inicia con el cigoto, y los que eluden el problema por considerarlo cuestión metafísica, refiriéndome sólo a quienes apoyan y promueven el aborto. Estos últimos centran parte importante de sus argumentos en negar lo evidente; que un humano es un humano. Parece como si justificaran la muerte del embrión por no ser miembro de nuestra especie. La objeción científica de los especialistas que niegan la condición humana del cigoto es que antes del tercer mes de embarazo no hay ni existe humano alguno en el vientre de la madre. Que cosa más absurda, cuando sabemos que a las doce semanas de gestación el feto está plenamente formado. Pero lo verdaderamente inadmisible es que esta definición se la adjudique tácitamente el poder político, donde por una mayoría electoral, democráticamente legítima, cualquier indocumentado, y sólo en nombre del progresismo, (sin tener en cuente la ley natural) puede decidir cuando y como una vida adquiere la condición humana y, además, que se nos obligue a admitirlo, o como dice Pérez – Reverte, “cualquier analfabeto con cartera ministerial nos puede imponer su última ocurrencia o estupidez”. Agregaré, a este respecto, que en el texto alternativo al Juramento Hipocrático, conocido como Declaración de Ginebra, septiembre 1968, se incluía el siguiente párrafo en la promesa médica: “Velaré con el máximo respeto por la vida humana desde su comienzo, incluso bajo amenaza”. Transcurridos 58 años, en su última redacción en mayo 2006, después de haber sido enmendada en cuatro ocasiones por la Asociación Médica Mundial, dicho párrafo ha sido sustituido por este otro: “Velaré con el máximo respeto por la vida humana”. ¿Qué criterios habrán hecho posible este cambio? ¿Permitir el aborto provocado? Mi opinión, a este respecto, es que no concibo que se pueda quitar la vida a un ser humano y menos en los momentos que se halla mas indefenso, pero lo injustificable es que sea aprovechado con fines lucrativos.

Como información y complemento voy a relatar las fases más destacadas de la vida intrauterina del feto, en lo que respecta al proceso de especialización de ese conglomerado de células que le integran y que se irá completando hasta su pleno desarrollo. El cuerpo humano está formado de varios cientos de tipos diferentes de células por su especialización; sanguíneas, musculares, nerviosas, etc. En todo momento de la vida de un ser humano, más de setenta billones de células están trabajando en nuestro cuerpo. Todas y cada una de las células tienen la misma información genética (ADN o libro de la vida), pero cada célula especializada lee únicamente, en ese libro de la vida, los datos que le Interesan en cada momento específico.

Con esta escueta información vamos a referir esas fases más destacadas del desarrollo del feto. Partiremos de los citados blastocitos que, por sucesivas divisiones, darán lugar a lo que se conoce como mórula (por su forma paracida a una mora). Aproximadamente, en el cuarto día de gestación la mórula se instala en el útero, donde se inicia la verdadera gestación (división celular) y donde el feto permanecerá hasta su completo desarrollo (si no hay un proceso abortivo voluntario).

Fases más destacadas de la vida intrauterina del feto:

- A las dos semanas de vida del feto se inicia el desarrollo del sistema nervioso.

- A las tres semanas empieza a diferenciarse el cerebro, aparecen esbozos de lo que serán las piernas y los brazos, y el corazón inicia sus latidos.

- A las cuatro semanas ya empiezan a formarse los ojos.

- A las seis semanas la cabeza tiene su forma casi definida, el cerebro está muy desarrollado, comienzan a formarse manos y pies y, muy pronto, aparecerán las huellas dactilares; las que tendrá toda su vida.
-
- A las ocho semanas el estómago comienza la segregación gástrica y
aparecen las uñas.

- A las nueve semanas se perfecciona el funcionamiento del sistema nervioso

- A las once semanas ya se chupa el dedo.

- A partir de la duodécima semana la mayor parte de los órganos están
completamente formados.

A partir de este punto el feto sigue su desarrollo hasta el momento del alumbramiento.

Relacionado con este tema y por su importancia, reproduzco un artículo magistral del escritor español Miguel Delibes, recientemente fallecido, y que, como homenaje póstumo y por tercera vez, se publicó en la Tercera de A B C el día 14-3-2010.

“En estos días en que tan frecuentes son las manifestaciones a favor del aborto libre, me ha llamado la atención un grito que, como una exigencia natural, coreaban las manifestantes: “Nosotras parimos, nosotras decidimos”. En principio, la reclamación parece incontestable y así lo sería si lo parido fuese algo inanimado, algo que el día de mañana no pudiese, a su vez, objetar dicha exigencia, esto es, parte interesada, hoy muda, de tan importante decisión. La defensa de la vida suele basarse en todas partes en razones éticas, generalmente de moral religiosa, y lo que se discute en principio es si el feto es o no es un ser portador de derechos y deberes desde el instante de la concepción. Yo creo que esto puede llevarnos a argumentaciones bizantinas a favor y en contra, pero una cosa está clara: el óvulo fecundado es algo vivo, un proyecto de ser, con un código genético propio que con toda probabilidad llegará a serlo del todo si los que ya disponemos de razón no truncamos artificialmente el proceso de viabilidad. De aquí se deduce que el aborto no es matar (parece muy fuerte eso de calificar al abortista de asesino), sino interrumpir vida; no es lo mismo suprimir a una persona hecha y derecha que impedir que un embrión consume su desarrollo por las razones que sea. Lo importante en este dilema es que el feto aún carece de voz, pero, como proyecto de persona que es, parece natural que alguien tome su defensa, puesto que es la parte débil del litigio”.

“La socióloga americana Priscilla Conn, en interesante ensayo, consideraba el aborto como un conflicto entre dos valores: santidad y libertad, pero tal vez no sea este el punto de partida adecuado para plantear el problema. El término santidad parece incluir un componente religioso en la cuestión, pero desde el momento que no se legisla únicamente para creyentes, convendría buscar otros argumentos ajenos a la noción de pecado. En lo concerniente a la libertad, habrá que preguntarse en que momento hay que reconocer al feto tal derecho y resolver entonces en nombre de que libertad se le puede negar a un embrión la libertad de nacer. Las partidarias del aborto sin linitaciones piden en todo el mundo libertad para su cuerpo. Eso está muy bien y es de razón siempre que en su uso no haya perjuicio de tercero . Esa misma libertad es la que podría exigir el embrión si dispusiera de voz, aunque en un plano más modesto: la libertad de tener un cuerpo para poder disponer mañana de él con la misma libertad que hoy reclaman sus presuntas y reacias madres. Seguramente el derecho a tener un cuerpo debería ser el que encabezara el más elemental código de derechos humanos, en el que también se incluiría el derecho a disponer de él. pero, naturalmente, subordinándole al otro”.

“Y el caso es que el abortismo ha venido a incluirse entre los postulados de la moderna “progresía”. En nuestro tiempo es casi inconcebible un progresista antiabortista. Para éstos, todo aquel que se opone al aborto libre es un retrógrado, posición que, como suele decirse, deja a mucha gente, socialmente avanzada, con el culo al aire. Antaño el progresismo respondía a un esquema muy simple: apoyar al débil, pacifismo y no violencia. Años después, el progresista añadió a este credo la defensa de la Naturaleza. Para el progresista, el débil era el obrero frente al patrono, el niño frente al adulto, el negro frente al blanco. Había que tomar partido por ellos. Para el progresista eran recusables la guerra, la energía nuclear, la pena de muerte, cualquier forma de violencia”.

“En consecuencia, había que oponerse a la carrera de armamentos, a la bomba atómica y al patíbulo. El ideario progresista estaba claro y resultaba bastante sugestivo seguirlo. La vida era lo primero, lo que procedía era mejorar su calidad para los desheredados e indefensos. Había, pues, tarea por delante. Pero surgió el problema del aborto, del aborto en cadena, libre, y con él la polémica sobre si el feto era o no persona, y, ante él, el progresismo vaciló. El embrión era vida, sí, pero no persona, mientras que la presunta madre lo era ya y con capacidad de decisión. No se pensó que la vida del feto estaba más desprotegida que la del obrero o la del negro, quizá porque el embrión carecía de voz y voto y políticamente era irrelevante. Entonces se empezó a ceder en unos principios que parecían inmutables: la protección del débil y la no violencia. Contra el embrión, una vida desamparada e inerme, podría atentarse impunemente. Nada importaba su debilidad si su eliminación se efectuaba mediante una violencia indolora, científica y esterilizada. Los demás fetos callarían, no podían hacer manifestaciones callejeras, no podían protestar, eran aún más débiles que los más débiles cuyos derechos protegía el progresismo; nadie podría recurrir. Y ante un fenómeno semejante, algunos progresistas se dijeron: Esto va contra mi ideología. Si el progresismo no es defender la vida, la más pequeña y menesterosa, contra la agresión social, y precisamente en la era de los anticonceptivos, ¿qué pinto yo aquí? Porque para estos progresistas que aún defienden a los indefensos y rechazan cualquier forma de violencia, esto es, siguen acatando los viejos principios, la náusea se produce igualmente ante una explosión atómica, una cámara de gas o un quirófano esterilizado”.



3.- Reflexiones sobre la evolución.

Me he decidido a hacer esta reflexión sobre la Evolución, no sólo por ser un tema que siempre me ha interesado, sino, muy especialmente, por la incomprensión o rechazo que este tema he notado que suscita en algunos creyentes.

Como introducción, diré que jamás he comprendido como responsables de algunas religiones cristianas, niegan, con rotundidad, la evolución y se aferran al creacionismo. Aunque la Evolución, digo yo, es creacionismo hecho de una forma racional y escalonada.

Me voy a referir, intentando concretar lo posible, a los datos más sobresalientes que sobre este tema han escrito algunos científicos de renombre conocido.

Del libro El fenómeno humano de Teilhard de Chadin (1881-1955), sacerdote jesuita (SJ), que viajó por todo el mundo en misiones científicas, como geólogo y paleontólogo, resumo lo siguiente:

Hay motivo para descorazonarse ante el hecho de que tantas inteligencias, no mediocres, continúen hoy todavía cerradas a la idea de la Evolución. La Evolución, para muchos, todavía, no es más que una antigua hipótesis darwiniana, tan local y caduca como la concepción de la teoría egocéntrica que sostenía que la Tierra era el centro del sistema solar.

La Evolución, ¿es una teoría, un sistema, una hipótesis? De ninguna manera, mucho más que esto: Es una condición general a la cual deben doblegarse, por su veracidad, todas las teorías, todas las hipótesis y todos los sistemas. La Evolución es una luz esclarecedora de todos los hechos acaecidos y a la cual deben amoldarse todos los rasgos y condiciones.

Naturalmente, el hombre no podía llegar a percibir alrededor suyo la Evolución sin sentirse involucrado de alguna manera en ella, a muchos les molestaba imaginarse que no escapaban ellos mismos a la corriente universal que se acababa de descubrir (que horrible tener como ancestro
[11] a un mono). Estamos acostumbrados a aislarnos de las cosas y de los acontecimientos que nos rodean. Somos como espectadores y no elementos o protagonistas de lo que está sucediendo.

Schrödinger – premio Nóbel de física en 1.933 y un gran pensador – dice, en su libro Mi concepción del mundo, que todos los humanos, debido a la Evolución, estamos a la cabeza de las generaciones; nos desarrollamos. En nosotros, como en cualquier ser vivo, se verifica, cada día de nuestra vida, una pequeña porción de Evolución de nuestra especie, que todavía está en plena marcha. En efecto, cada día, la vida del individuo debe representar una porción de progreso de la Evolución de la especie, por insignificante que sea, sobre la imagen “eternamente” inacabada de nuestra especie. Porque su imponente Evolución completa se compone de millones de tales insignificantes golpes de cincel. Así, es como actuamos, sin darnos cuenta, para modificar, superar, destruir , a cada paso, la forma que hace un momento presentábamos; se trata de una auténtica y continua autosuperación en el proceso evolutivo. Esto no es un poético juego de palabras, si no una realidad, es la Evolución que, sin que lo notemos, no para.

Teilhard continúa: No podemos imaginar la enormidad del espacio-tiempo, el espacio por su majestuosidad y el tiempo por haber hecho posible la Evolución; Evolución que, quiérase o no, es una ascensión hacia la consciencia que ha hecho posible que un día emergiera el hombre, por encima de la animalidad, con el primer rayo del pensamiento que le ha permitido ser capaz de juzgar, criticar y hasta negar la gran obra de la Evolución.

Stuart Kauffman, profesor emérito de Bioquímica de la Universidad de Pensylvania, en su libro Investigaciones también se refiere a la Evolución. Kauffman, como es lógico, admite la Evolución, pero dice que no la entendemos. Lo curioso de la Evolución, asegura, es que todo el mundo, excepto los que la niegan, creen que la comprenden. A simple vista, parece tan simple... Los pinzones revolotean por las Galápagos, migrando ocasionalmente de isla en isla. Los picos, grandes o pequeños, son adaptados para distintos tipos de semillas. Los ejemplares con picos adecuados resultan seleccionados. Las mutaciones son la fuente de variación heredable en la población... En realidad, la teoría evolutiva de Darwin es una teoría de descendencia con modificaciones. No explica la génesis de las formas, sino como se transforman éstas una vez que han sido generadas. En sentido más fundamental: ¿de donde vino la vida? Darwin parte de una vida ya existente. De donde procede ésta es la base de toda cuestión posterior relativa al origen de las formas que la selección tamiza.

Kauffman sigue analizando el proceso evolutivo y se refiere a la mosca Drosophila, estudiada en los laboratorios, donde la mayoría de los efectos mutantes producen efectos drásticos, se pregunta que pasaría si todas las mutaciones fueran letales... y al final saca la conclusión de que la propia Evolución ha debido forjar, de alguna manera, la capacidad evolutiva de las criaturas.
[12] La Evolución, dice, ¡se alimenta a si misma! Pero no en la teoría de Darwin, ni tampoco en la nuestra.

Como confirmación de esta idea examina el caso del sexo y dice: Durante milenios todas las especies eran asexuadas, reproduciéndose por su cuenta allá donde se las antojaba, requiriendo un único progenitor. Nosotros necesitamos dos: un cincuenta por ciento menos de eficacia. Quizá por ello la mayoría de los seres del micromundo sigan siendo asexuados.

No hay duda que este tipo de reproducción, hacer una copia de si mismo por duplicación y posterior división, es una forma ideal de mantener la invarianza genética pero, indudablemente, restringe la Evolución, puesto que esta queda limitada a las posibles mutaciones, y que estas no sean letales. Consecuencia de ello fue que la Evolución resultó extraordinariamente lenta durante ese periodo considerable de tiempo, entre 2.000 y 1.500 millones de años, hasta que se inventó el sexo.

La invención del sexo, como todo en la Naturaleza. No surge de forma espontánea, se inicia tímidamente, como una especie de tanteo, compartiendo la reproducción por división celular con el contacto sexual

Un ejemplo lo tenemos hoy en las mixamebas. Estas amebas unicelulares se multiplican por esquizogénesis (reproducción por división celular), pero en ocasiones dos elementos se aparejan y, luego de acoplados, unen sus protoplasmas y, posteriormente, sus núcleos se confunden en uno. De esta unión surgirá una espora que, después, dará una nueva mixameba que seguirá su ciclo normal de vida.

Esta forma incipiente de reproducción sexual se irá extendiendo y haciéndose más general, hasta que surgieron especies con células masculinas y femeninas, perfectamente diferenciadas, como ocurre en la actualidad.

¿Por qué el sexo? La razón más aceptada, a la cual yo me adhiero, es que el apareamiento sexual permite la recombinación genética, recombinación que es un útil “procedimiento de búsqueda” evolutivo, ya que permite, por la combinación de los cromosomas masculino y femenino, obtener los cromosomas del descendiente (conjunto de los dos), por lo que esta recombinación, al aparear cromosomas diferentes, puede constituir un método que propicie la Evolución de forma mucho más rápida que si se espera a que una mutación caiga del cielo y que después resulte eficaz.

Yo agrego: No hay duda que la reproducción sexual tuvo una decisiva importancia en el avance del proceso evolutivo. Pero, además, hay que unir a esto que las plantas verdes a través de la función clorofílica, con el oxígeno que emitían a la atmósfera, alteraron, irreversiblemente, su carácter original rico en hidrógeno, esto hizo que, hace unos seiscientos millones de años, se produjera una proliferación enorme de nuevas formas de vida, lo que dio origen a lo que se conoce con el nombre de la “Explosión del Cámbrico”, por lo que, consecuentemente, esto produjo también en el ritmo de la evolución un notable incremento.

Como un apoyo más a la teoría de la evolución, y que refuerza su compatibilidad con la fe cristiana, nos vamos a referir al libro ¿Cómo habla Dios? De Francis S. Collins, premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica en 2001, médico genetista y director del Instituto Nacional para la Investigación del Genoma Humano de Estados Unidos (y como un dato más, ateo converso al catolicismo). De su libro resumimos lo siguiente “Dios, quien no está limitado por el espacio ni por el tiempo, creó el universo y estableció leyes naturales que lo gobiernan... Si bien el mecanismo del origen de la vida en la Tierra sigue siendo desconocido, una vez que la vida surgió, el proceso de la evolución y la selección natural permitieron el desarrollo de la diversidad y la complejidad biológica sobre largos periodos de tiempo Los seres humanos son parte de este proceso, y comparten un ancestro común con los simios.”

“El papa Juan Pablo II, en su mensaje a la Academia Pontificia de Ciencias en 1996, ofreció una defensa reflexiva y valiente de la evolución teísta.
[13] El papa declaró que “nuevos hallazgos nos llevan a reconocer la evolución como algo más que una hipótesis”. Aceptó así la realidad biológica de la evolución, pero fue cuidadoso al equilibrar eso con una perspectiva espiritual, haciéndose eco de la postura de su predecesor Pío XII: “Si el origen del cuerpo humano proviene de materia viva que existía previamente, el alma espiritual es creada directamente por Dios “.

Para constatar como los golpes de cincel, que nos dice Schödinger, impulsan la evolución, vamos a referir algún proceso evolutivo. Por ser uno de los más conocidos relataremos el del caballo.

El caballo pertenece a la especie de mamíferos perisodáctilos (número impar de dedos), que, a su vez, se agrupan en la especie denominada équidos.

El ancestro
[14] original del caballo se remonta al periodo Eoceno (56 millones de años (Ma) á 40 Ma), parece que surgió en Norteamérica, donde han aparecido los primeros fósiles. Por estos restos fósiles, parece que era un animal muy pequeño, del tamaño de un zorro más o menos. El vestigio evolutivo siguiente surge en el periodo Oligoceno (40 Ma á 23 Ma) y era del tamaño de una oveja. El proceso continúa a base de cinceladas, y en el periodo Mioceno (23 Ma á 6 Ma) aparece un descendiente que ya pastaba hierba, antecesor del caballo moderno, del tamaño de un pony y ya con un sólo dedo (los anteriores tenían 3 dedos). De él desciende el Equus, similar al caballo moderno. Los científicos piensan que durante el periodo Pleistoceno (6 Ma á 12.000 mil años) los descendientes del Equus, caballos actuales, se extendieron desde Norteamérica a Eurasia[15]. Al final del Pleistoceno, los caballos americanos se extinguieron, la opinión más generalizada es que se debió al cambio climático.

En la edad de piedra, por hallazgos en cuevas de Europa, se cree que el caballo era ya abundante, y que, incluso, era utilizado como alimento por los humanos. También existen vestigios de que en aquella época el caballo ya estaba domesticado (Y todo hecho a base de cinceladas evolutivas, como dice Schödinger)
[16].

Por su relación con el tema que estamos tratando, resumo a continuación un escrito que llegó a mis manos de uno de los máximos expertos en evolución humana. Se trata de Tattersal, director del Museo de Historia Natural de Nueva York:

“El Homo sapiens
es una entidad anatómica muy especializada y singular, y también una entidad cognitiva única. En la familia humana hay unas veinte especies, muchas inteligentes, pero creo que el Homo sapiens es la única de ellas con conocimiento simbólico
[17] y leguaje” .

“Ahora estamos solos en el mundo, pero hubo un momento, por ejemplo, hace millones de años, en el norte de Kenia, en que vivían hasta cuatro tipos de homínidos a la vez. Para tranquilizar a todos diré que, a pesar de que ha habido más de un homínido inteligente, creo que solo el Homo sapiens tiene una inteligencia simbólica, que es lo que hace que no tenga competencia”

“Respecto al hombre de Neandertal, a pesar de que se vestía, hacía fuego y enterraba a sus muertos, pienso que era una especie completamente separada. Estos homínidos eran, sin duda, inteligentes, pero no de la manera en que lo somos nosotros”.

“En Atapuerca, por los descubrimientos y estudios realizados, se llega a la conclusión que en aquella época, hace 350.000 años, los homínidos tenían una constitución para producir sonidos parecidos a los nuestros, pero no creo que hablasen. Es decir, no tenían lenguaje. Tenían, seguramente, una comunicación vocal sofisticada, pero no un lenguaje como el que nosotros tenemos”.

“Creo que el Homo antecesor del Homo sapiens es distinto al de Atapuerca. Incluso pienso que el Homo de Atapuerca no está directamente relacionado con el Homo antecesor.”

“Opino que en el rompecabezas de la evolución humana faltan aun la mayor parte de las piezas, por eso cuando hablamos de descendencia y ascendencia, estamos dando pasos imaginarios. Lo que me gustaría de verdad es descubrir el ancestro del Homo sapiens, aunque es algo que creo que nunca podremos hacer.”

“Si analizamos otras especies, en cualquiera de ellas, encontramos que todas tienen algún pariente cercano, pero el Homo sapiens no; parece haber surgido de la nada. Tenemos restos de homínidos que se relacionan con nosotros de manera genérica, pero no hay ninguna forma que sea claramente el antecesor del Homo sapiens.”

En el mismo sentido se manifiesta Juan Luis Arsuaga, catedrático de Paleontología y codirector de Atapuerca. A una pregunta de si Darwin dejó escrito en El origen de las especies que el hombre venga del mono, contesta: “¡Ni siquiera en El origen del hombre, cuidado! Lo que Darwin defiende es que hay una continuidad y parentesco entre el hombre y las demás especies vivientes. Él no cree que el ser humano proceda de ninguna otra especie viviente (y es así, claro, porque nadie desciende de su hermano o de su primo). Dice que condescendemos, todas las formas de vida actuales, de especies comunes que van siendo cada vez más remotas en el tiempo conforme nos alejamos en el grado de parentesco. La idea central de Darwin es el árbol de la vida, que incluye a todas las especies vivientes y fósiles que existen y han existido en la historia”. (A B C, 7 junio 2009).



4.- Reflexiones sobre la conciencia humana

La conciencia humana, mejor autoconciencia, es evidente que aparece con el hombre (auque parezca una redundancia), pero la aparición del hombre (homo sapiens sapiens) no hay duda que fue producto de la evolución cerebral de un antecesor. (antecesor que está por descubrir y, en opinión de algunos científicos, nunca podrá hacerse). Evolución cerebral causada por un aumento de la capacidad y de la selectividad neuronal que amplió su rendimiento sensorial, lo que hizo del hombre un ser autoconsciente, un ser reflexivo, un ser que sabe que sabe.

Los componentes del cerebro, las neuronas, son estructuras físicas, pero todo estado consciente es cualitativo; un pensamiento no se puede cuantificar es inmaterial. Si estos estados conscientes son cualitativos habrá que explicar como estructuras físicas pueden causar estados conscientes. Algunos científicos, apoyados en la insignificancia de los neurotransmisores que actúan en las sinapsis, han intentado explicarlo apoyándose en la teoría mecánico-cuántica del cerebro, ya que su explicación es imposible con la mecánica clásica.

Lo cierto es que, hasta el momento, la autoconciencia humana sigue siendo un misterio al estar sin explicar esa dualidad mente-cerebro, que es como admitir que vivimos en dos mundos diferentes; un mundo mental y un mundo físico, o al menos, que el cerebro tiene dos propiedades diferentes las mentales y las físicas. En relación con esto último, Antonio Damasio, profesor de neurología, ya mencionado en el tema La vida (II), dice: “Naturalmente, me gustaría poder decir que sabemos, con seguridad, de la manera por la que el cerebro se mente en el asunto de producir la mente, pero no puedo y, siento decir, nadie puede”. Y otro neurólogo, Popper, K. R. (1982:150) afirma: “El surgimiento de la conciencia en el reino animal es quizá un misterio tan grande como el del mismo origen de la vida. No obstante, tenemos que asumir, a pesar de la dificultad impenetrable, que es un producto de la evolución; de la selección natural”.



5.-Reflexiones sobre el relativismo.

Por su interés, resumo una entrevista realizada por A B C, el 2/5/2005, a Marcello Pera, catedrático de Filosofía de la Ciencia de la Universidad de Pisa, y Presidente del Senado de Italia desde 2001.

Marcello Pera, autor de muy diversos libros, publicó en 2005 “Senza radici”, un compendioso volumen en colaboración con el entonces cardenal Ratzingen, actual Papa Benedicto XVI, en el que se analizan algunos de los males más acuciantes que corroen a Europa.

Hay que destacar, como dice Marcello Pera en dicho libro: Aunque no sea creyente postulo en este libro una religión civil que sepa transfundir sus valores desde el individuo a la sociedad, y agrega que tiene muy similares visiones e ideas con el Papa sobre los temas tratados en él, y muy especialmente respecto al relativismo, donde destacan la incapacidad de este pensamiento para proclamar la superioridad de nuestra cultura sobre otras.

De su entrevista, como más principal, destaco lo siguiente:

Antes de llegar a proclamar la superioridad de nuestra cultura, existe una cuestión previa: primero debemos establecer el valor intrínseco de nuestra cultura, que ha inventado ideas universales. El liberalismo, la separación entre la sociedad civil y el Estado, el Estado de Derecho, la democracia, las declaraciones – que recuerdo que denominamos “universales” – de derechos... Éstas y otras son criaturas típicas, originarias y propias de Occidente. Tenemos que ser conscientes del valor de estas ideas que hemos desarrollado a lo largo de los siglos. Europa ha perdido la capacidad para evaluar la importancia de estas aportaciones; y, si pierde la capacidad para valorarlas, no puede considerarlas en comparación con otras, o, bien, se decide por que todas las culturas son iguales, que tienen el mismo valor ético. Y esto es falso; no todas las culturas tienen el mismo valor ético. Los relativistas, ante las culturas que rechazan nuestras instituciones, probadamente beneficiosas para el desarrollo moral, político y económico de los pueblos, no aceptan que nuestra cultura sea mejor, ni siquiera preferible; en todo caso, pueden decir educadamente que se trata de culturas “diversas”. La democracia es mejor que la teocracia; una constitución , mejor que la sharia
[18]; una decisión parlamentaria, mejor que una sura[19]; Una sentencia judicial, mejor que una fatwa[20].

Intelectuales como Chomsky o Saramago, que proceden de la izquierda, se han convertido en paladines del relativismo, mostrándose comprensivos con ciertas acciones terroristas. Estos intelectuales parten de la consideración de que Occidente es culpable de todo lo que ocurre en el mundo. Pero ¿por qué hemos de sentirnos culpables de lo que ocurre en un mundo que escapa a nuestro control? Nosotros hemos inventado el concepto de libertad, de democracia; hemos ahondado en la ciencia y la tecnología... valores universales que tienden a expandirse y que, si hay países en donde no se han desarrollado, es porque han preferido no aceptarlos.

El relativismo imperante en Occidente, de consecuencias tan nefastas, llega a considerar la exportación de la democracia como la “imposición” de una forma de vida sobre otra forma de vida igualmente legítima, digna y respetable, y al proclamar que todas las culturas son igualmente dignas, considera esta exportación de la democracia como una operación violenta, por lo que justifica el terrorismo como una guerra reactiva y no agresiva. Y que, por tanto, bastará que seamos condescendientes con nuestros enemigos, con que cesemos en nuestra “agresión”, para conjurar su amenaza. Por suerte, el relativismo está decayendo; no sólo porque se hayan desvelado sus errores filosóficos, sino por sus nefastas consecuencias.

Si no tenemos consciencia de los valores de la dignidad y de la importancia de nuestra propia cultura, entonces no sientes la necesidad de defenderla. Y cuando eres atacado por el fundamentalismo y el terrorismo, no tendrás argumentos para defenderte, es entonces cuando surge en el relativista la pregunta terrible: ¿”Por qué he de defender mi cultura si no es mejor que cualquier otra?”.

Tenemos que estar convencidos de que al enunciar que nuestra cultura es superior a otras formas de cultura es una verdad, pues gracias a nuestra cultura, durante los últimos cinco siglos, hemos desarrollado la ciencia, el liberalismo, la democracia, la igualdad y la libertad. Estas ideas han probado ser mejores que otras por sus consecuencias: La gente vive en mejores condiciones en nuestro ámbito cultural, disfruta de derechos más amplios, etcétera. En este sentido, las consecuencias políticas, sociales, económicas de estas ideas que se han desarrollado en nuestra cultura son mejores que las consecuencias de otras ideas. Pero ¿cuál es la fuente o fuentes de las que emanan estas ideas? La mayoría, si no todas, proceden de la tradición cristiana, aunque Europa pretenda enterrar esta tradición, renegando de su origen cristiano. Así y todo, nunca podrán hacerlo, por mucho que se esfuercen. No si eres un creyente, porque estas ideas serán para ti mandamientos divinos. Si no eres un creyente, justificarás dichas ideas en diferentes términos, pero tendrás que reconocer que proceden de la tradición cristiana. El concepto de dignidad humana procede del mensaje del Dios que se hace hombre. Nuestra actitud de tolerancia y respeto al prójimo, no importa cual sea su raza o condición, es tributaria de esta revolución cristiana. Y, querámoslo o no, la separación entre Iglesia y Estado no puede entenderse sin aquella formulación que distingue entre lo que es de Dios y lo que es del César

¿Por qué en la actualidad basta que te confieses cristiano para que se te considere como pasado de moda? Porque la cultura europea ha perdido la idea de sus orígenes, de lo que es su esencia. ¿Cuál es el concepto en el que se funda la democracia? La dignidad de la persona; de ahí emanan todos los logros democráticos: la igualdad, la libertad, la tolerancia...Pero ¿de donde procede ese concepto, sino de la tradición cristiana? Cuando se pierde la noción de los orígenes, surge un sentimiento de vergüenza de profesar la fe cristiana

Como ya he dicho, postulo una religión civil que sepa trasfundir sus valores en esa larga cadena que va desde el individuo a la sociedad civil, pasando por la familia, los grupos y asociaciones, sin afectar los programas de Gobierno, partidos políticos y, por supuesto, sin tocar la separación entre Iglesia y Estado. Por la sencilla razón de que las ideas que admiro proceden de la tradición cristiana: dignidad de la persona, derechos humanos, igualdad... Aunque no sea creyente, acepto las consecuencias de estas ideas e intento justificarlas en términos históricos.

Esta asunción de los valores cristianos, incluye la defensa de la idea cristiana de la familia. La idea de la familia que en estos días está siendo muy discutida en España, es una idea natural y biológica, una idea social y política, una idea cultural, sistematizada por el derecho romano, una idea a la que se añaden connotaciones religiosas. Se pueden soslayar los aspectos religiosos de la familia, pero es una inconsciencia soslayar los otros aspectos. La familia es un fenómeno natural; aunque no seas creyente, no puedes admitir la destrucción de un concepto tradicional de familia. El concepto de familia preexiste a una tradición cristiana.

A la pregunta del entrevistador: “Como sin duda sabe, nuestro presidente, Rodríguez Zapatero, es uno de los campeones del relativismo” Marcelo Pera contestó: “Lo se, y estoy verdaderamente atónito ante su actitud, si consideramos la historia de España. Reconocer los derechos de los homosexuales es irreprochable, por el mero hecho de que son personas y poseen una inalienable dignidad. Pero el matrimonio es diferente, tiene otro objetivo: Cuando un hombre le dice a una mujer “te quiero” significa algo distinto que cuando dos hombres o dos mujeres se lo dicen entre si. Se pueden respetar los hábitos y preferencias, pero si me pregunta sobre límites morales, sí, considero que existen unos límites morales. Además, en este caso, esos límites no son solamente morales, son naturales”.






[1] Reproducción sexual; unión de los gametos masculino y femenino.
[2] Merece la pena recordar aquí lo que sobre el fotón decimos en el tema Espacio y tiempo: Los fotones son incorpóreos, no tienen masa. Por esta condición se mueven a la velocidad de la luz, no pueden detenerse, por tanto, para ellos no existe el tiempo. Así que un fotón que se desplaza de un punto A á un punto B, lo hace, desde su punto de vista, en un tiempo cero, lo que significa que, en cierto sentido, para el fotón, ¡los dos puntos no están separados!
[3] Es como si quisiéramos mantener un avión volando permanentemente. Habría que suministrarle energía (combustible) en pleno vuelo de forma continuada.
[4] .- Realmente, el sonido, como tal, no existe. Es la interpretación que el complejo sistema oído-cerebro hace de las presiones que las ondas de aire ejercen en el tímpano.
[5] .-Ni la placenta pertenece al cuerpo de la madre, ya que la placenta y otros órganos anexos al embrión se forman con la información genética que las dos células germinales, espermatozoide y óvulo, aportan en el acto de la singamia (unión de ambas células germinales).
[6] Ovocito.- óvulo inmaduro.
[7]Blastocisto.- Producto de la concepción, que comienza al cuarto día de la fecundación y dura aproximadamente dos semanas.
[8] Singamia .- Unión de los gametos masculino y femenino.
[9] Ontología.- Parte de la Metafísica que trata del ser en general y de sus propiedades transcendentales.
[10] Cigoto.- Célula resultante de la unión del gameto masculino con el femenino (singamia) en la reproducción.
[11] Antepasado
[12] Es como aceptar que la génesis de las especies tiene implícita la tendencia de aprovechar al máximo las posibilidades de seleccionar la información y la energía idóneas para que los seres vivos en su proceso evolutivo faciliten la posibilidad de llegar con el tiempo al surgimiento de seres susceptibles de convertirse en humanos pensantes. Como dice Francisco J. Ayala en su libro Darwin y el Diseño Inteligente (pag. 85), “... la evolución no está gobernada por mutaciones fortuitas. Más bien hay un proceso natural (es decir una selección natural) que no es aleatoria, sino orientada y capaz de generar orden y “crear”. Los rasgos que los organismos adquieren en sus historias evolutivas no son fortuitos, sino que están determinados por su actividad funcional para los organismos, diseñados (el subrayado es mío), por así decirlo, para servir a sus necesidades vitales.
[13] Teismo; doctrina que llevada por el argumento de la ley moral, cree en un Dios que no sólo haya puesto el universo en movimiento, sino que tenga un interés por los seres humanos. Los deistas, como Einstein, ven a Dios como el que comenzó todo el proceso, pero que después dejó de preocuparse por los desarrollos posteriores.
[14] Antepasado remoto
[15] El estrecho de Bering, entre Norteamérica y Asia tiene muy poca profundidad, ente 30 y 50 metros. Durante la glaciación de Würm, que duró desde hace 140.000 años hasta hace 10.000, se redujo tanto el nivel de las aguas que el estrecho de Bering se transformó en un istmo, y es por donde los caballos (incluso los humanos) podían pasar de Norteamérica a Asia. Al igual que sucedió en el Archipiélado Indonesio, donde gran parte de su islas quedaron unidas. Entre otras, Sumatra y Jaba, así como Australia y Nueva Guinea formando una gran masa de tierra denominada “Gran Australia”, lo que facilitó el paso de los homínidos entre islas.
[16] Como nota a este tema sobre la evolución del caballo, diré que el asno no tiene relación alguna con el caballo. El asno doméstico actual se originó a partir del asno africano salvaje, que junto con el asiático tienen una historia evolutiva específica.
[17] Simbólico; poder para expresarse por medio de símbolos; la escritura, por ejemplo.
[18] Sharia: tratar todos los problemas jurídicos y sociales de acuerdo con el Corán.
[19] Sura: ley del Corán.
[20] Fatwa: norma de conducta obligada por los musulmanes.

lunes, 19 de julio de 2010

ELECTRICIDAD PARA ANDAR POR CASA





Con este tema, y dentro de una visión generalizada, eminentemente práctica y sin excesivo rigor científico de los fenómenos eléctricos, pretendo que el lector que no tenga una idea clara sobre ellos pueda, después de una lectura meditada del escrito, adquirir o recordar los cocimientos básicos que le faciliten hacer frente a situaciones en las que esta energía pueda presentarle alguna dificultad en su quehacer diario.

En el tema Lo ínfimo, ya nos hemos referido a lo que se entiende por corriente eléctrica desde el punto de vista físico. En éste vamos a intentar detallar algunos aspectos fundamentales de esta fuente de energía, especialmente en lo referido a sus propiedades, distribución y utilización.

Si cogemos un recibo de la luz, observamos que entre los datos de la facturación figura, entre otros, “potencia contratada en kilovatios”. En principio no vamos a referirnos a este dato, porque antes tendremos que hacer mención a otros más básicos que nos facilitarán llegar a él.

Aunque no figura en el recibo, sabemos que el voltaje con el que esta energía llega a nuestra vivienda es de 220 voltios, un valor fijo, igual para todas las viviendas, e invariable con el consumo. Entonces, si no consumimos voltios ¿qué es lo que consumimos y qué significado tienen los voltios?

Los voltios son la diferencia de potencial eléctrico entre los dos hilos con la que esta energía llega a nuestra vivienda (los expertos podrían haber elegido otro valor), Esta diferencia de potencial es la que impulsa a los electrones para que circulen por los conductores cuando se cierra un circuito y se genere lo que conocemos como corriente eléctrica, que realmente es la que hace funcionar todos los dispositivos eléctricos de nuestro hogar (lo mismo que para que circule el agua cuando abrimos un grifo se precisa una diferencia de presión).

Generalmente, la conexión eléctrica llega a través de dos hilos desde el distribuidor general del bloque de viviendas al cuadro de entrada en la vivienda, donde están los dispositivos de seguridad de nuestra distribución individual. Cuando conectamos uno de nuestros aparatos a la red, por medio de un enchufe o de un interruptor, éste se une a cada uno de los dos conductores que están adecuadamente distribuidos por toda la vivienda y la corriente eléctrica comienza a circular a través de él haciendo que funcione de acuerdo con sus características. Así como la corriente eléctrica circula con facilidad a través de los conductores, si tienen la sección adecuada, cuando lo hacen a través de cualquiera de los aparatos que tenemos instalados lo hacen con mayor o menor dificultad, ya que todos estos aparatos oponen una resistencia (R) al paso de la corriente porque si no se produciría un cortocircuito; un incremento excesivo de la corriente que provocaría el disparo de alguno de los dispositivos de seguridad que integran el cuadro protector, lo que interrumpiría instantáneamente el suministro de corriente. .

Hasta ahora hemos hablado de la diferencia de potencial, cuya unidad de medida es el voltio (V) y que es la causa de que la corriente eléctrica pueda circular, y de que esta corriente, que tiene una intensidad mayor o menor dependiendo de la dificultad que encuentre (resistencia de cada aparato) para desplazarse, también tiene una unidad de medidas que se denomina amperio (A). La unidad de esa dificultad que la corriente eléctrica encuentra para circular y que de forma generalizada hemos denominado resistencia eléctrica (R) es el ohmio. Entre estas tres unidades existe una relación conocida como ley de Ohm, que se expresa mediante una fórmula que no vamos a utilizar pero que señalamos a continuación.

La citada ley nos dice que la intensidad de la corriente eléctrica que circula por un conductor, expresada en amperios, es igual al valor de la diferencia de potencial eléctrica a la que está conectado, expresada en voltios, dividido por el valor de la resistencia que ese conductor opone al paso de la corriente, expresada en ohmios:

I = V/R

En un símil, la intensidad de la corriente podemos asemejarla al caudal de agua que sale por un grifo al abrirlo.

Como ya hemos señalado, la corriente es la causante de que los distintos aparatos funcionen, no la diferencia de potencial, aunque esta última sea la causa de que la primera pueda existir. El voltaje siempre es el mismo (220 V) pero la intensidad de corriente, los amperios, depende, como hemos dicho, de la dificultad que los aparatos oponen a su paso. ¿De donde sale, pues, el concepto de potencia (vatios)? Del producto de la cantidad constante (voltios) por la cantidad variable (amperios) que precisa (consume) el dispositivo conectado a la red (W = V por A). Este producto (potencia) se expresa, como hemos indicado, en vatios (W). Cada dispositivo precisa un determinado consumo de corriente (amperios) para su normal funcionamiento, y que como es lógico guarda relación con lo que conocemos como su potencia (vatios o kilovatios. Un kw = á 1000 vatios). Cada aparato lleva indicada su potencia.

Si disponemos, por ejemplo, de una cocina eléctrica de tres fuegos y la potencia de cada fuego es de 500 W, 800 W y 1200 W, su potencia total sería de 2500 W . Cuando utilizamos la cocina no solemos usar simultáneamente los tres fuegos, pero si el que utilizamos más frecuentemente es el de 1200 W tendremos que tener en cuenta mientras la estemos utilizando con esta potencia que, si la potencia contratada es de 4’6 kw (4600 W), sólo dispondríamos de 4600 – 1200 = 3400 W para su posible utilización en los otros aparatos disponibles. Ésta es la razón por la que hay que tener un cuidado especial en la conexión simultánea de aparatos a la red para no superar los kilovatios contratados. Para una mayor tranquilidad diré que esta situación no suele presentarse porque algunos aparatos como el frigorífico se conecta automáticamente durante pequeños instantes y otros como la cocina, lavadora, lavavajillas, etc., con mucho acierto, no solemos conectarlos de forma simultánea. Si el consumo, por exceso de aparatos conectados, excediese en un determinado porcentaje al contratado, saltaría alguno de los dispositivos automáticos que protegen la instalación para señalarnos esta situación.

Diré también que la sección de los hilos de la instalación interior, los que se distribuyen por toda la vivienda desde el cuadro con los dispositivos de protección, así como los dos conductores que unen este cuadro con el cuadro general del bloque de viviendas, donde también existen dispositivos de protección para cada vivienda, que suelen estar bajo el control de la empresa suministradora, deben tener la sección adecuada a la corriente que por ellos debe circular y que es función de la potencia consumida (menos sección para los hilos de alumbrado que para los que alimentan a la cocina eléctrica, por ejemplo). La razón de lo anterior es para evitar posibles calentamientos de los conductores, que en el caso más extremo de calentamiento podrían provocar un incendio.

Para el cálculo de la sección de los hilos conductores existe un procedimiento que utilizaban los antiguos instaladores y que voy a mencionar por su sencillez. El procedimiento señala que, para una diferencia de potencial de 220V, cada caballo de vapor (HP) de potencia utilizada requiere de un milímetro cuadrado de sección de hilo conductor de cobre. Como un HP equivale a 736 vatios, la sección del hilo de la conexión general de entrada en una vivienda que tenga contratados 4’6 kilovatios de potencia sería: 4600 / 736 = 6’3 milímetros cuadrados de sección nominal. Los antiguos instaladores también sabían que a esta sección nominal había que agregar un 50% como coeficiente de seguridad, en previsión de posibles sobrecargas, por lo que la sección real debería ser de 9’5 milímetros cuadrados. El hilo que se instalaría, en este supuesto, sería de 10 milímetros cuadrados por ser el que, de los que existen en el mercado, más se aproxima al valor calculado.

Con lo escrito hasta aquí podría dar por terminado este tema, pero aunque no tenga relación “con la casa” creo necesario, para completarle, escribir algo sobre la distribución de este tipo de energía desde el punto de su generación al de su utilización.

Empezaré por decir que existen dos tipos de corriente eléctrica; las denominadas corriente continua y corriente alterna. Esta última, por sus características, que a continuación señalaré, es la que se utiliza a nivel industrial.

La corriente continua es la generada por las dinamos, las pilas y los acumuladores eléctricos (que, recuerde, utilizamos en los coches). Esta corriente se caracteriza por circular siempre en un mismo sentido. En la práctica se ha convenido que circula del polo positivo (polo +) del generador al polo negativo (polo -) del mismo La corriente alterna, que es la generada por los alternadores
[1], circula alternativamente en ambos sentidos, con una frecuencia que se ha fijado en 50 ciclos por segundo.

La principal ventaja de la corriente alterna, posible por sus alternancias, es que con unos dispositivos llamados transformadores (que no vamos a entrar en su funcionamiento y que sólo pueden utilizarse con la corriente alterna) podemos variar su tensión (voltios), aumentar o bajar sus valores a los que nos convengan para los usos que vayamos a hacer de ella. Si, como hemos visto anteriormente, para suministrar energía eléctrica a una vivienda a 220 voltios, con una potencia contratada de 4`6 kw, precisábamos un sección de hilo conductor de cobre, de 10 milímetros cuadrados entre el cuadro general y el de entrada a la vivienda, ¿qué sección precisaríamos para alimentar con la misma tensión (220 voltios) a una población que precisara 46.000 kw de potencia? El valor que se obtiene haría imposible la instalación de dicha red. Por ello, el transporte de esta energía desde los centros de producción se hace a alta tensión, para ello se utilizan transformadores a la salida de estos centros que elevan la tensión a un valor que nos permita utilizar una sección de conductores adecuada para hacer posible su transporte, y, en los centros de distribución urbana, con el mismo procedimiento, se reduce este valor al de consumo, en una o en varias etapas. Recordemos, que, para igualdad de potencia, a .mayor tensión (V) menos intensidad (I), y viceversa. Los amperios son los que determinan la sección de los conductores y los voltios su separación. Por esto último es por lo que los conductores de las líneas de alta tensión están tanto más separado cuanto mayor voltaje soportan.



[1] Una dinamo podemos considerarla como un alternador con modificaciones para que la corriente que genera sea continua.

martes, 29 de junio de 2010

18.- ¿POR QUÉ ES TAN VIEJO EL UNIVERSO?







1.- ¿Por qué es tan viejo el universo?

Para que surgiera la vida en la Tierra, hubo que esperar nueve mil quinientos millones de años desde el origen del universo. Martín Rees nos lo explica en su libro Antes del principio, (2001), libro que he tomado como base para escribir este tema.

Para que tu y yo existamos se necesita un sistema solar con, al menos, un planeta capaz de albergar la vida. Pero ese sistema solar, que es el nuestro, para que pudiera crearse, tuvieron que concurrir una serie de circunstancias que, con el paso del tiempo, hicieran posible la creación de los elementos precisos para que en él pudiera surgir la vida, elementos que requieren un proceso de formación largo, de miles de millones de años, como veremos a continuación.

Esto es más complejo de lo que parece, porque, no basta con decir, “hágase la luz”, ya que para que la luz surgiera en el universo fue preciso que transcurriera un tiempo, desde sus orígenes, entre 300.000 á 500.000 años para que el universo se fuera enfriando y, así, permitiera a la materia y a la radiación desacoplarse, esto es, hasta que los fotones, al quedar liberados de la radiación de fondo, pudieran desplazarse por todo el universo. En ese momento se hizo la luz. De igual manera, para que la vida surgiera en la Tierra no basta con decir “hágase la vida”, primero habrá que crear las condiciones y los elementos necesarios para su posible existencia. En la Tierra se dan de modo natural 92 elementos químicos, pero sólo 27 de ellos son componentes esenciales de la materia viva, y no todos resultan imprescindibles. Entre los fundamentales podemos citar; carbono, oxígeno. hidrógeno, nitrógeno, fósforo y pocos más.

Vamos a analizar lo laborioso y costoso, especialmente en tiempo, que sería formar un sistema solar como el nuestro, Nuestro universo surgió del big bang hace unos 13.500 millones de años. De este evento apareció la intrincada estructura de estrellas y galaxias existentes a nuestro alrededor, y en, por lo menos, un planeta que gira alrededor de una de esas estrellas, la Tierra, con el tiempo, átomos de muy diversas partículas se unieron, de forma armoniosa, dando forma a criaturas lo bastante complejas como para poder meditar sobre su propia evolución.

Ese planeta, la Tierra, se formó, junto con nuestro sistema sola, hace unos 5.000 millones de años, muchos millones de años después del origen del universo, aproximadamente 8500 millones de años después. La vida apareció en la Tierra relativamente pronto, el tiempo estimado es de hace entre 4.000 á 3.000 millones de años. La pregunta es: ¿Por qué no se formó antes nuestro sistema solar?

Gracias a los trabajos de los astrónomos, podemos afirmar ahora que de no ser por las supernovas, que ya hemos mencionado en algunos de los escritos anteriores, nunca hubieran aparecido las complejidades para la existencia de vida terrestre, y con toda seguridad no estaríamos aquí.

Hemos dicho que en la Tierra existen 92 átomos estables diferentes. Átomos que existen en la misma proporción que cuando se formó el sistema solar. Ningún proceso natural puede crear o destruir átomos en la Tierra (Los elementos radiactivos son una excepción porque se pueden transmutar de forma espontánea). Por lo tanto, ¿por qué su abundancia? ¿Dónde se formaron estos átomos?

En los orígenes, de la gran bola de fuego (el big bang), sólo surgieron átomos poco pesados; mayormente hidrógeno y helio, en una proporción aproximada del 75% y 25%, respectivamente Estos átomos originales, creados en cantidades inmensas, fueron los que dieron lugar a los gases interestelares que, al condensarse, formaron las primeras estrellas. ¿Cómo surgieron los demás átomos?

Como hemos dicho, las primeras estrellas se crearon al condensarse los gases interestelares formados por hidrógeno y helio y con posterioridad el gas y el polvo interestelar, compuestos principalmente, por hidrógeno (aquí debemos recordar que el universo en su totalidad y en casi todas partes está constituido por un 99% de hidrógeno y de helio) [
1] dieron origen a las estrellas posteriores. Nuestro Sol, como veremos, nació a partir de una nube de partículas materiales y de polvo interestelar, formado principalmente por hidrógeno y helio. Esta nube empezó a girar de forma imperceptible, pero a medida que se contraía por efecto de la gravedad su giro fue haciéndose más rápido. Por esta contracción, debida a la gravedad, su centro se calentó lo suficiente para que se iniciara la fusión de hidrógeno en helio. A su vez, la fuerza centrífuga del remolino de partículas circundantes al proto-Sol las enfriaba y parte del polvo y fragmentos rocosos, que formaban estas partículas circundantes, se fueron aglomerando para formar los planetas de nuestro sistema solar

Pero si en la Tierra no se pudieron crear los átomos pesados necesarios para la vida, estas partículas circundantes al proto-Sol ya tenían que contenerlos. ¿Dónde se formaron?

La temperatura actual en el centro del Sol es de unos 15 millones de grados. A pesar de ello, esta temperatura no es lo suficientemente elevada para producir transmutaciones que creen átomos más allá del helio. Es en los núcleos de otras estrellas mucho más masivas y brillantes que el Sol, (a veces con una masa 1.000 veces superior a la del Sol) y que, por ser mucho más masivas, evolucionan de una forma más complicada y dramática, y en menos tiempo que las estrellas de menor masa. En las de mayor masa, su hidrógeno central se consume (transformándose en helio), en unos cien millones de años (menos del 1% de la vida del Sol). En ellas, cuando la gravedad sigue comprimiendo estas estrellas y hace que su temperatura aumente más y más, hasta conseguir que los átomos de helio se fusionen para producir núcleos de átomos más pesados (carbono, con seis protones; oxígeno, con ocho protones y hierro, con 26 protones) y en las capas más internas, el calor, mucho más elevado, hace que se formen otros elementos aun más pesados de la tabla periódica. Al final, llega un momento, como explicamos en el tema Lo inmenso, que la presión interna alcanzada es tan grande que origina una explosión colosal que expulsa al exterior toda la materia de la estrella a una velocidad de más de 10.000 kilómetros por segundo; se ha producido una supernova, cuyos restos habrán creado una nebulosa parecida a la Nebulosa del Cangrejo, que contiene grandes cantidades de oxígeno y carbono, así como otros muchos elementos, que, con el tiempo, es muy probable que den origen a un nuevo sistema planetario.

Diremos que la explosión de la supernova extrajo materia de todas las partes de la estrella, que lanzó hacia fuera a razón de miles de kilómetros por segundo. La estrella emitió tanta energía en unas pocas semanas como nuestro Sol en los últimos 4.000 años. Entre los elementos que expulsó la estrella, el oxígeno sería el más abundante, siguiendo el carbono, y, luego, el nitrógeno, neon, silicio, magnesio, azufre y hierro, entre otros muchos. La materia expulsada por la estrella puede viajar grades distancias antes de enfriarse. La burbuja de gas expulsada continuará su expansión hacia el exterior, a miles de kilómetros por segundo, durante cientos o miles de años. Los restos tardarán casi 100.000 años en disolverse completamente en el medio interestelar. A medida que esta materia expulsada se enfría, se irá condensando en los elementos emitidos por la estrella, que terminarán formando una nebulosa.

Para que se forme un sistema planetario como el nuestro, en el que haya un planeta Tierra, con elementos más pesados que el helio, que faciliten la existencia de vida, es preciso, como hemos visto, que, con anterioridad, se hubieran creado no sólo estos elementos pesados, sino, además, las condiciones y trascurrido el tiempo necesario para hacer posible la formación de un sistema planetario. En el caso de nuestro sistema solar, tuvieron que transcurrir, desde el origen del universo, 9.500 millones de años para que la vida surgiera en la Tierra.

Según los razonamientos anteriores, parece ser que estamos hechos de restos de estrellas anteriores a nosotros que desaparecieron en una explosión. Pero, a la vez, dependemos del calor de otra estrella, nuestro Sol.

Ahora, para los que dominan las matemáticas, vamos a ahondar un poco más sobre estos conceptos, y vamos a calcular como puede llegar a formarse una estrella, razonamiento que se lo debemos al físico de Princeton Robert Dicke. (voy a intentarlo con los símbolos tipográficos de que dispongo).

Al comparar la intensidad de la gravedad y la de las fuerzas eléctricas que gobiernan el microcosmos (ver escrito Fuerzas y elementos constitutivos de la Naturaleza) se observa que la razón entre las fuerzas de repulsión eléctrica, por ejemplo, entre los protones de un núcleo (o de los electrones entre si), y la atracción gravitatoria entre los átomos que constituyen un determinado cuerpo, es del orden de 10 elevado a 36 veces mayor la fuerza eléctrica que la fuerza gravitatoria. Esto implica que la fuerza de gravedad es irrelevante en las interacciones entre átomos o moléculas. No obstante, es muy importante considerar que toda materia ejerce una atracción gravitatoria sobre el resto de materia, no hay cancelación de cargas como sucede con las fuerzas eléctricas entre cargas de distinto signo.

Supongamos que, para nuestro propósito, partimos de un solo átomo y vamos formando agregados, cada uno con diez veces más átomos que el anterior: 10 átomos, 100 átomos, 1000 átomos, etc. el agregado número 23, que contendría unos 10 elevado a 23 átomos, sería del tamaño de un terrón de azúcar; el agregado número 40 tendría el tamaño de una montaña. Para facilitar el cálculo, supongamos que estos agregados son esféricos. El efecto de la gravedad sobre cada átomo aumenta con el número (N) de átomos y disminuye en función de la distancia media entre ellos, o dicho de otra manera, el efecto de la gravedad es proporcional al número de átomos (N) e inversamente proporcional al radio. Con estos conceptos vamos a iniciar el cálculo.

Notemos que si la densidad no varía, la masa (que viene dada por el número de átomos (N), es proporcional al volumen del agregado). Pero el volumen del agregado, que suponemos una esfera, es proporcional al radio (R) al cubo Si despejamos el valor de R de la fórmula del volumen de la esfera, resulta que R (la distancia media) es proporcional a la raíz cúbica del volumen del agregado y, por consiguiente, a la raíz cúbica de N. El resultado neto es que la magnitud de la gravedad es proporcional a “N/(N elevado a 1/3)” (nota al pie
[2]) o sea, proporcional a N e inversamente proporcional a la raíz cúbica de N. Pero si tenemos en cuenta que la cantidad entrecomillada es igual a N elevado a 2/3, (que es la cantidad con la que seguiremos operando) [si tienes dudas de que estas dos cantidades son iguales, para comprobarlo basta que podamos formar con ellas una proporción. Vamos a intentarlo: si la primera cantidad (la entrecomillada) la igualamos a la segunda y a ésta la dividimos por 1, esta última cantidad no habrá variado, pero así hemos formado una proporción. Si ahora despejamos N (numerador de la primera), resulta que N = N, luego la primera cantidad es igual a la segunda]. Lo que significa que para cada aumento en un factor mil de N, la gravedad se multiplica por 100 (porque si N = 1000; N elevado a 2/3 = a la raíz cúbica de (1000 elevado a 2) = 100). Esto quiere decir que, a pesar de la desventaja inicial de 36 órdenes de magnitud, las fuerzas eléctricas y gravitatorias se equilibran cuando se reúnen un número de átomos igual a N elevado a 54, porque si esta cantidad (N elevado a 54) la elevamos a 2/3 resulta N elevado a 36 (nota al pie [3]), cantidad que equilibra a las fuerzas eléctricas, lo que viene a ser, aproximadamente, la masa de Júpiter [4]. Cualquier cosa más masiva a este último valor, se convertiría en una estrella al superar la fuerza de la gravedad a las fuerzas eléctricas de repulsión entre átomos, y, así, la gravedad podrá comprimir a la materia hasta unas densidades y presiones lo bastante altas para que se desencadene la fusión nuclear en el centro de nuestro agregado. Las estrellas típicas como el Sol tienen del orden de 10 elevado a 57 átomos.

Como hemos visto, Júpiter es un planeta tan masivo que en la formación del sistema solar se libró por muy poco de colapsar y convertirse en un segundo Sol. Al llegar aquí, merece la pena mencionar algunos fenómenos de nuestro sistema solar, singulares por su magnitud y fuera de la Tierra. En primer lugar citaremos la Gran Mancha Roja de Júpiter, que se desconoce su origen y es como una inmensa tormenta tropical, tres veces más grande que la Tierra, con más de dos mil años de antigüedad. El Monte Olimpo de Marte que deja pequeño a nuestro Everest. La Gran Sima de este mismo planeta en la que cabrían cinco grandes Cañones del Colorado. Y los grandes volcanes de Io, una de las lunas de Júpiter, que dejan pequeños a los de las islas Hawai.

La evolución de seres vivos, como hemos destacado, requiere un tiempo suficiente para que se sucedan generaciones previas de estrellas que, a su vez, generen los distintos elementos químicos más pesados que el helio y el hidrógeno , para que, en la posterior formación de sistemas solares, permitan la evolución biológica en alguno de sus planetas. Todo esto, como hemos dicho, requiere miles de millones de años.

La conclusión que sacamos de todo lo escrito sobre el cosmos, es que para que tu y yo estemos aquí, tuvo que originarse el big-bang, gracias a él, después de 300.000 a 500.000 años, se hizo la luz y surgió un universo repleto de un número inimaginables de fotones y neutrinos, y sólo los elementos hidrógeno y helio. Fue necesario que transcurrieran miles de millones de años para que, con estos dos elementos, helio e hidrógeno, se formaran millones de galaxias y miles de millones de estrellas y en algunas de ellas, las más pesadas, pudieran crearse elementos más pesados que el hidrógeno y el helio y, con posterioridad, al transformarse en supernovas y explotar, expulsaran al espacio interestelar abundancia de estos elementos más pesados que, con el paso del tiempo, darían origen a nuevos sistemas solares, hasta que, por lo menos, en uno de sus planeta, la Tierra, por sus condiciones específicas, pudo ser posible la vida
.
Para llegar hasta esta situación, como hemos visto, además del big-bang, tuvieron que transcurrir unos 9.500 millones de años. ¿Qué somos, pues, en la inmensidad del espacio-tiempo?

Ahora, tu, lector, puede que te hagas la pregunta: ¿es posible la existencia de vida en otros mundos?. La respuesta es sencilla, ¡Está en el contenido de este escrito! Pero, ten en cuenta, que no bastan los múltiples procesos necesarios descritos para posibilitar la vida, porque, hasta el momento, el origen de la vida en nuestro planeta sigue siendo un misterio De hecho, no existe una teoría universalmente aceptada sobre su origen que explique las condiciones que posibilitaron la emergencia de la vida (y curiosamente por una sola vez) a partir de lo no viviente

[1] En la Tierra el hidrógeno primordial, sujeto muy débilmente por la deficiente atracción gravitatoria de nuestro planeta, ha escapado, en su mayor parte, al espacio. Júpiter, con su gravedad más intensa, ha conservado gran parte de su contenido original de este gas.
[2] Como sabemos, un exponente fraccionario equivale a un radicando; así N elevado a 1/3 equivale a la raíz cúbica de N, y N elevado a 2/3 equivaldría a la raíz cúbica de N al cuadrado.
[3] N elevado a 54 , elevado a 2/3 = N elevado a 108/3 = N elevado a 36 (108/3 = 36).
[4] Si Júpiter, que es el mayor planeta del sistema solar, tuviera un poco más de masa, se convertiría en una estrella. Su masa actual es casi dos veces y media mayor que la de los demás planetas juntos.






BIBLIOGRAFÍA




Hawking, S. W. (1988). Historia del tiempo, (Ortuño, M. Trad, ). Barcelona : Ed. Crítica. (Trabajo original publicado en 1988).




Rees, M. (2001). Antes del principio, (Herrán, N. Trad.). (2ª ed.). Barcelona: Ed. Tusquets. (Trabajo original publicado en 1997).