viernes, 1 de enero de 2010

La deriva de los continentes






1.- Proceso histórico

El origen de la historia de la deriva de los continentes (desplazamientos de las placas que sustentan los continentes a lo largo de millone de años), podemos referirla a 1620 cuando el filósofo inglés Francisco Bacon (1561-1626) se fijó en la similitud que presentan las formas de la costa occidental de África y la oriental de Sudamérica, aunque no sugirió la posibilidad de que ambos continentes hubieran estado unidos con anterioridad. La primera propuesta de esta posible unión y su posterior separación fue hecha en 1858 por Antonio Snider (1802-1885), un geógrafo estadounidense que residía en París. El pionero del estudio de la deriva de los continentes fue el geólogo y meteorólogo alemán Alfred Wegener (1880-1930), quien en 1915 publicó el libro El origen de los continentes y los océanos.


2.- La deriva de los continentes

Desde que tenemos uso de razón, con mayor o menor frecuencia, hemos oído hablar de los desastres producidos por los terremotos. No vamos a referirnos a ellos, pero si a algo que tiene relación con las principales causas que los producen.

Es éste un tema que, por la importancia que ha tenido en la compleja evolución de la Tierra, merece la pena que digamos algo de él, aunque sea muy someramente.

La estructura de la Tierra, aunque no es aun enteramente conocida, se supone que está formada por una serie de capas concéntricas, de densidad creciente a medida que nos aproximamos a su centro. La constitución física sería: un núcleo interior, de unos 1.200 km. de radio y que se cree que es sólido, sobre él está el núcleo externo, de consistencia fluida, de unos 2.300 km. de espesor, ambos formados principalmente por hierro y níquel. Sobre el núcleo externo se encuentra el manto, una capa de unos 2.900 km. de grosor, constituido por rocas donde dominan los silicatos. La parte superior del manto está constituida por la corteza continental y oceánica (litosfera), de unos 20 km. de espesor.

La litosfera es la porción más fría y rígida de la Tierra, formada por lo que conocemos como placas tectónicas. El deslizamientos de estas placas sobre el manto es la principal causa de la formación de las cadenas montañosas, por la enorme presión que se ejercen entre ellas en su desplazamiento. Se cree que este deslizamiento es debido a corrientes de convección en el interior del manto, que son como el motor que las mueve y la causa de lo que conocemos como la deriva de los continentes.

Las corrientes de convección se forman por fluidos del manto interior que se calientan en su base, se dilatan y hacen que el fluido caliente ascienda y alcance la superficie fría donde, al enfriarse, desciende y vuelve a calentarse, estableciendo así un movimiento circular y periódico. La velocidad de desplazamiento de las placas tectónicas es de unos 2’5 cm/año. Y su contacto por fricción entre sus bordes es la causa de la mayor parte de los terremotos.

Para realizar el estudio de la deriva de los continentes, vamos a situarnos no en los orígenes, sino hace unos 530 millones de años, al principio del periodo Cámbrico. En el mundo cambriano, África, Sudamérica, Australia, Asia, India y parte de China formaban un bloque. En cambio, Norteamérica y el fragmento norte de Asia estaban aisladas. El sur de Europa y lo que hoy es Suramérica estaban unidas a África.

El bloque primero se fue desplazando hacia el sur, y, de hecho, los restos glaciares de aquella época, demuestran que, hace unos 450 millones de años, el desierto del Sahara estaba muy al sur.

Desde el Devónico, hace 385 millones de años (385 m.a.) los continentes comenzaron un movimiento de agrupamiento, que culminó, transcurridos 150 millones de años, formando lo que se conoce como una Pangea (unión de varios de los continentes actuales). De los choques entre continentes, en esta agrupación, se formaron, entre otros, los montes Urales y el Himalaya.

En el Pérmico (225 m.a.), ya se había iniciado una separación de los continentes que integraban la Pangea, Al comienzo del Triásico (200 m.a.), Eurasia, unida a lo que hoy es América del Norte, ya se diferenciaban de África unida a lo que hoy es América del Sur. Oceanía ya había iniciado la separación del sur de África. A principios del Jurásico (135 m.a.), se inicia la separación de las dos Américas de Europa y de África, y al llegar el Cretáceo (70 m.a.), la separación de las dos Américas, como la de Oceanía ya estaba a la mitad de su recorrido. Hacia esa época, las dos Américas estaban aproximándose entre ellas, y, así, el proceso continuó hasta alcanzar la situación actual.

Estas derivas de los continentes hicieron que los mares cambiaran de situación. Si a esto unimos las épocas de glaciación, también el nivel del agua de los mares, debido a su acumulación en los glaciales, descendió de nivel en varias ocasiones. Desde la fecha en que iniciamos este relato, se han sucedido 11 glaciaciones, algunas de ellas han sido especialmente dramáticas la conocida como de Würm fue una de las mas drásticas, tanto en intensidad como en tiempo, La duración media de una glaciación se estima en unos 12.000 años, la de Würm se inicia hace unos 140.000 años y dura hasta hace unos 10.000, aunque sus efectos duraron 2.000 años más. Esta glaciación ocasionó que el nivel del mar bajara a una cota situada unos 120 metros por debajo de la actual.

El Mediterráneo fue uno de los mares que, posiblemente, fuera el más afectado por estas derivas continentales. Hace unos 20 millones de años, cuando la colisión de Arabia y Asia que creó los montes Zagros y encerró un resto del antiguo mar de Tethys (el Mediterráneo y parte del Índico) entre Iberia y Egipto, quedó formado el mar Mediterráneo. Mientras el extremo oeste de este mar (entre África y España) estuvo abierto, el mar Mediterráneo surge como un inmenso golfo del océano Atlántico.

Hace unos 6 millones de años, África que avanzaba hacia el norte, toma contacto con Iberia en Gibraltar. Como consecuencia de esta colisión se crea el istmo del mismo nombre y el Mediterráneo se convierte en un mar cerrado. África que sigue presionando poco a poco sobre Iberia, terminará por levantar la cadena Bética.

Las consecuencias del cierre del Mediterráneo fueron catastróficas. A ello contribuyó también el bajo nivel de los mares en aquella época, debido a la acumulación de hielo que aún quedaba en el casquete ártico, restos de la glaciación de Würm, que ocasionó también que el estrecho de Bering, de una profundidad entre 30 y 50 metros, quedara transformado en un istmo que uniría Norteamérica y Asia, permitiendo, así, el paso por tierra entre ambos continentes

Al perder el Mediterráneo el aporte del agua del Atlántico, queda supeditado sólo al suministrado por los ríos que en él desembocaban, y que, según cálculos de expertos, suponía el 10% de la que se evaporaba. Esto motivó que el Mediterráneo, aproximadamente en un millón de años, se fuera desecando, lo que supuso un brutal descenso de su nivel de unos 1500 metros, y ocasionó que este mar se transformase, temporalmente, en un mar muerto, por el aumento de su salinidad y la desaparición de gran parte de su fauna.

No se sabe con exactitud el tiempo que estuvo desecado, pero el agua del Atlántico volvió a rellenar el Mediterráneo, posiblemente cuando terminara el efecto de la glaciación.

Por estudios realizados recientemente (en 1996), en contra de lo que se pensaba, el agua que rellenó el Mediterráneo no entró en éste por Gibraltar, donde no existen señales de la garganta que esta avalancha de agua hubiera excavado, sino por un estrecho pasillo entre Huelva y Alicante, antes de que se elevase por completo la cadena Bética, donde si se han encontrado pruebas. Un cálculo del caudal que excavó una profunda garganta descubierta, en la fecha citada en la costa levantina española, sugiere que el relleno del Mediterráneo se pudo completar en unos 50 años. Caudal de agua que, se cree, formó allí una gran catarata que empequeñeció a las del Niágara.

El istmo de Gibraltar debió permanecer cerrado hasta fechas recientes. Estudios realizados por la Universidad de Colunbia en 1998, determinan que la salinidad del mar Mediterráneo disminuyó repentinamente hacia el año 5500 a.C., lo que se puede justificar por la ruptura del istmo, que debió persistir hasta aquel momento. La rotura del istmo supuso, además, una elevación de las aguas del Mediterráneo que se supone, en aquel momento, con un nivel de unos 80 metros por debajo del Atlántico.

Esta rotura del istmo de Gibraltar, ocasiono, a su vez, al aumentar considerablemente el nivel de las aguas del Mediterráneo, que se formara el estrecho del Bósforo, donde también había un istmo, lo que ocasionó que lo que era un inmenso lago de agua dulce se transformara en lo que hoy es el mar Negro. Es opinión generalizada que durante la última glaciación, el mar Negro era un lago de agua dulce con un nivel considerablemente más bajo que el actual, de hecho, en la costa de la actual Turquía, a no mucha profundidad, se han encontrado restos de moluscos de agua dulce cuya datación les asigna una edad de unos 7000 años a, C., y existen pruebas de que su salinidad inicia el incremento hacia el año 5500 a. C., fecha en que se rompió el istmo de Gibraltar. Si según vestigios históricos, la ciudad de Jericó se fundó hacia el año 10.000 a.C., es de suponer que la elevación de las aguas del Mediterráneo afectaría a los humanos que en aquella época habitaban en sus proximidades.



BIBLIOGRAFÍA


Anguita, F. (2002). Biografía de la Tierra. Historia de un planeta singular. Madrid: Ed. Aguilar.


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